Enrique Sosa y sus estudios sobre las relaciones entre Cuba y Yucatán

Por Sergio Guerra Vilaboy

El historiador cubano Enrique Sosa Rodríguez (1930-2002) dedicó los últimos años de su vida al magisterio en Yucatán, ofreciendo cursos y formando doctores en Historia, así como a la investigación de los nexos entre la Mayor de las Antillas y la península yucateca. De sus indagaciones históricas y antropológicas nos quedan sus valiosos textos, Habanero campechano, en colaboración con Carlos Bojórquez Urzaiz y Luis Millet Cámara, Proyectos de invasión a Yucatán desde Cuba (1828-1829), ambos publicados por la Universidad Autónoma de Yucatán en 1996, y Vínculos históricos entre Yucatán y Cuba (inédito).

Licenciado en Historia y Doctor en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana, Sosa llegó a ser distinguido como Profesor Emérito de su Alma Mater y también de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. También fue Profesor Extraordinario de la Universidad Autónoma de Yucatán, donde además era miembro de la directiva de la Cátedra Extraordinaria Nuestra América. En Cuba presidió hasta su fallecimiento la sección de Historia de la Asociación de Escritores en la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC) y el Tribunal Nacional de Doctorados en Historia. También perteneció a la Sociedad Económica de Amigos del País y a la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC).

Compartí con Sosa por primera vez en 1968, cuando comenzaba a estudiar Historia y fui destinado al trabajo social en un ingenio azucarero de las afueras de La Habana por un fin de semana. Me impresiono la sencillez del profesor que nos guiaba, experto en investigaciones de campo en comunidades rurales, quien aprovechaba los escasos ratos libres para recluirse en la lectura de las Vidas Paralelas de Plutarco. Luego fue mi maestro de Historia Social del Arte y la Literatura y, más tarde, nos hicimos muy amigos, cuando entre 1974 y 1976 el Dr. Sosa dirigía el Departamento de Historia General y yo el recién fundado de Historia de América, que ocupaban un mismo salón, sólo separados por un simple librero.

Al implantarse en 1976 una nueva estructura en la educación superior cubana, y la Escuela de Historia fue atomizada en la Facultad de Filosofía e Historia, Sosa quedó sin su jefatura académica, al parecer por los criterios sectarios imperantes durante el “quinquenio gris” como le llamara Ambrosio Fornet. De poco valió su temprana incorporación a las tareas de la Revolución, que lo habían compulsado a dejar su familia acomodada para marchar al oriente de la isla a impulsar la reforma agraria, así como tampoco su consagración a la docencia en el Instituto Pedagógico “Makarenko”, en la Escuela de Orientación Revolucionaria “Conrado Benítez” y, desde 1965, en la Universidad de La Habana.

La salida del cargo universitario estimuló la ya impresionante actividad intelectual de Sosa, de lo que fue muestra la obtención en 1982 del Premio de Ensayo Casa de las Américas con su obra, Los Ñañigos. Durante ceremonia de premiación lo acompañé con mi esposa por solicitud suya.Como dramaturgo ya había conseguido en 1968 otro Premio Casa con La insurrección de los negros, a los que debe sumarse la presea 26 de Julio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias con, USA contra USA (1971) y el de la UNEAC (1973) con El enjuague. Publicó más de dos decenas de libros, entre ellos, La economía en la novela del siglo XIX (1978) –basado en su tesis doctoral y que fuera mención en el concurso UNEAC de 1975-, El Cereball (1984); La conquista del oeste mexicano hasta California por destino manifiesto (1990) y los varios tomos de Historia de la Educación en Cuba, en colaboración con Alejandrina Penabad, publicado desde 1997. Su destacado papel como panelista del conocido programa de televisión Escriba y Lea, hicieron del doctor Enrique Sosa un hombre muy popular en Cuba, como pude comprobar en el Aeropuerto de La Habana en un viaje que hicimos juntos a su querida Mérida en el 2000 o cuando caminábamos por las calles de la capital cubana y las personas se detenían a saludarlo, hacerle alguna pregunta o sencillamente para darle su bendición.

Fuente: www.informefracto.com – 20 de junio de 2019.

Nota: Enrique Sosa Rodríguez Cuba 1930 – 2002

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