Rodolfo Puiggrós, activista irreducible de los Montoneros

Por Sergio Guerra Vilaboy

Por Sergio Guerra Vilaboy

En 1975 tuve la suerte de recibir en la Universidad de La Habana al eminente historiador, educador y político argentino Rodolfo José Puiggrós (1906-1980), algunas de cuyas obras ya había leído entonces, como De la colonia a la revolución (1940) y su excelente Historia económica del Rio de la Plata (1943), que lo ubicaban entre los primeros exponentes de la historiografía marxista en Nuestra América. Estos libros, junto a La herencia que Rosas dejó al país (1940); 130 años de la Revolución de Mayo (1941); Mariano Moreno y la revolución democrática argentina (1941); Los caudillos de la Revolución de Mayo (1942) y Rosas el pequeño, (1944) –que publicó durante su exilio en Montevideo- pertenecen a la etapa en que militaba en el Partido Comunista y por tanto contienen muchos de los conceptos y esquemas tradicionales de esta organización.

Puiggrós había ingresado en 1928 en este partido, afiliado al Komintern, tras viajar a la Unión Soviética con su padre dos años antes. Con estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, se incorporó como docente en la Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), creada en 1935, y que dirigía Aníbal Ponce. Desde entonces, y durante veinte años, fue también redactor del periódico Crítica y profesor en el Colegio Libre de Estudios Superiores.

Atraído por las conquistas sociales y las reivindicaciones nacionalistas de Juan Domingo Perón, Puiggrós se inclinó por el apoyo crítico a su gobierno, lo que motivó su separación del Partido Comunista (1947), integrándose al Movimiento Obrero Comunista, en el que dirigió hasta 1955 su órgano Clase Obrera. Este proceso lo condujo también, sin dejar el marxismo, a comulgar con el revisionismo histórico, asumiendo una posición más ecléctica desde el punto de vista interpretativo y metodológico y haciendo duras críticas a la historiografía marxista dogmática, A esta nueva etapa de su producción corresponden libros como La época de Mariano Moreno (1949); Historia crítica de los partidos políticos argentinos (1956); Libre empresa o nacionalización de la industria de la carne (1957); El proletariado en la revolución nacional (1958); La España que conquistó el Nuevo Mundo (1961); El Yrigoyenismo (1965); Las izquierdas y el problema nacional (1967); Pueblo y oligarquía (1967); El proletariado en la Revolución Nacional (1967); La democracia fraudulenta (1968); Los caudillos y la Revolución de Mayo (1971); El peronismo: sus causas –con prólogo del propio Perón- y Adonde vamos, argentinos, estas dos últimas de 1972.

Tras la llamada “Revolución Libertadora”, que derribó el gobierno justicialista en 1955, Puiggrós se vinculó a la organización opositora Argentinos de Pie, hasta que en 1961 debió buscar refugio en México. Durante su primer exilio en tierra mexicana sobresalió como profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y estuvo entre los fundadores del diario El Día y de su suplemento El Gallo Ilustrado, manteniendo hasta 1977 su columna en este periódico sobre temas internacionales.

En el efímero retorno de Perón al poder, entre 1973 y 1974, Puiggrós ocupó el rectorado de la Universidad Nacional de Buenos Aires y fundó el Instituto del Tercer Mundo. Ante las amenazas a su vida por parte de la banda terrorista Triple A, la organización de los Montoneros lo trasladó a México. En su segundo exilio mexicano, dirigió desde 1977 la sección de Profesionales, Intelectuales y Artistas del Movimiento Peronista Montonero, en la que llegó a ser miembro de su Conducción Nacional. Además, fue fundador y secretario general del Comité de Solidaridad con el Pueblo Argentino (COSPA), creó el Comité de Solidaridad Latinoamericana y encabezó la Editorial Patria Grande, encaminada a rescatar la verdadera historia de nuestra América. Rodolfo Puiggrós murió en un hospital de La Habana el 12 de noviembre de 1980 y sus restos fueron inhumados en México y trasladados después a la Argentina, donde se depositaron junto a la tumba de su hijo Sergio, también dirigente Montonero, caído en combate en 1976 contra la sanguinaria dictadura militar argentina.

FUENTE: www.informefracto.com – 12 de septiembre de 2019

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