La república farroupilha en Brasil

Sergio Guerra Vilaboy

Como todos los países latinoamericanos después de la independencia, el Imperio de Brasil (1821-1889) también fue víctima de movimientos secesionistas como el que condujo a la formación de la República Farroupilha en Rio Grande do Sul. Iniciada en 1835, la rebelión de los farrapos (harapientos) –término despectivo aplicado a los liberales por los conservadores-, fue consecuencia de las contradicciones entre la elite ganadera sureña y la Regencia imperial. A darle singularidad al movimiento de los farrapos contribuyó la peculiar estructura económica de Rio Grande do Sul y el extraordinario poderío de los estancieros locales, que no estaba ligado, como otras regiones brasileñas, al comercio exterior. Su fuente de ingresos dependía de la venta de tasajo, ganado y cueros en el mercado nacional.

Pero los acaudalados esclavistas, que orientaban la política imperial desde Rio de Janeiro, no estaban interesados en valorizar las producciones sureñas –en particular el tasajo, principal alimento de las dotaciones de trabajadores negros-, por lo que mantenían bajos los aranceles a las carnes saladas, para propiciar su importación de la cuenca del Plata. Otras reivindicaciones de Río Grande do Sul tenían que ver con sus aspiraciones republicano-federalistas y las insoportables extorsiones que padecían de los comerciantes portugueses. La conspiración de los estancieros de Río Grande do Sul se inició en 1832, cuando el ganadero Bento Gonçalves, en unión del farmacéutico Pedro José de Almeida, organizó una sociedad secreta. En marzo de 1835, bajo el impacto de la rebelión de los cabanos en Pará y la reciente creación de la República Oriental del Uruguay (1828), comenzó la gran sublevación farroupilha.

Ya el 19 de septiembre de 1835, las fuerzas de Bento Gonçalves ocuparon Porto Alegre, la principal ciudad de Rio Grande do Sul. Los primeros enfrentamientos con las tropas imperiales duraron casi doce meses, mientras los estancieros cifraban sus esperanzas en que el Imperio cedería a sus peticiones. Convencidos, tras la batalla de Seival, el 10 de septiembre de 1836, de que la Regencia no estaba dispuesta a transigir, Antonio de Souza Neto dio a conocer la creación de la República de Río Grande do Sul, presidida por Bento Gonçalves.  

Casi al mismo tiempo, el periódico insurrecto O Povo publicaba la convocatoria a una Convención Constituyente en la villa de Piratini. Sin embargo, Gonçalves no pudo ocupar la primera magistratura hasta un año después, ya que cayó prisionero del ejército imperial y estuvo encarcelado hasta su espectacular fuga meses después. En 1838, los farroupilhos –a cuyas filas se sumó el combatiente republicano italiano Guiseppe Garibaldi- pusieron bajo asedio las principales villas de Río Grande do Sul y en permanente jaque a las tropas imperiales.

Con vistas a establecer la comunicación con el exterior, para intentar vender tasajo en las plantaciones del Caribe, los riograndenses se expandieron a la provincia vecina de Santa Catarina con costas en el Océano Atlántico. Responsabilizado con esta campaña marchó el general farroupilho Davi Canabarrom, quien el 22 de julio ocupó la villa de Laguna, declarada capital de la efímera Republica Juliana.

A pesar de estos éxitos militares, los estrechos intereses de los propios estancieros farroupilhos hacían inalcanzable su victoria final, pues temían la separación definitiva de Brasil, que conllevaría la pérdida del principal mercado del tasajo. Al final, la combinación de hábiles concesiones del Imperio con la escisión farroupilha en civilistas y militares –más el aislamiento, la represión y el agotamiento- propició el ocaso de la rebelión.  El 1 de marzo de 1845, tras diez años de tenaz resistencia gaucha al Imperio, se pactó la paz que liquidó la guerra de los farrapos. Para lograrlo, la Regencia fluminense debió conceder una amplia amnistía, permitir el fortalecimiento de la asamblea local en Río Grande do Sul y el aumento de las tarifas de importación a las carnes saladas. A diferencia de lo que ocurría entonces con conflictos similares en Hispanoamérica, la unidad de Brasil quedó resguardada.

Fuente: www.informefracto.com – 25 de julio de 2020

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