Apoyo latinoamericano a la soberanía dominicana

Sergio Guerra Vilaboy

Como parte de las actividades de la Cátedra Juan Bosch de la Universidad de La Habana, constituida por el centenario de su nacimiento en 2009, emprendimos la búsqueda, bajo la dirección del profesor Luis Céspedes, de textos inéditos de otro dominicano ilustre: Max Henríquez Ureña (1885-1968). Tuve a mi cargo la papelería inédita relativa a la ocupación norteamericana de la República Dominicana, iniciada en 1916 tras el derrocamiento de su padre Francisco Henríquez y Carvajal.

La documentación está en los archivos del Instituto de Literatura y Lingüística en La Habana, junto con los de su hermana Camila, que más tarde publicamos en Santo Domingo, en varios tomos, como Obras y apuntes de Max Henríquez Ureña (2009).

Uno de esos textos era su relato manuscrito sobre el recorrido latinoamericano en compañía de su tío, Federico Henríquez y Carvajal, iniciado el 1 de diciembre de 1920. Se trata de un pormenorizado diario de viaje referido a las gestiones de “la comisión dominicana designada por el Dr. Francisco Henríquez y Carvajal para llevar una misión confidencial a diversos gobiernos de Sur-América”, en busca de solidaridad, para conseguir la evacuación de las tropas de ocupación de Estados Unidos y en defensa de la ultrajada soberanía nacional dominicana.

La idea del periplo fue concebida y financiada en Cuba por los Comités Pro Santo Domingo, organizados por toda la isla con patriotas e intelectuales cubanos y exiliados dominicanos. El propio Max destaca en sus documentos el extraordinario respaldo conseguido en la Mayor de las Antillas, basado en la hermandad de lo que llama “las islas de oro que baña el mar Caribe; que desde la época de la conquista, desde Hatuey hasta Máximo Gómez, están intercambiándose poetas y libertadores”.

Para recabar apoyo latinoamericano, se decidió enviar dos delegaciones a la América del Sur, cuya salida se precipitó debido a la partida hacia esa misma región del Secretario de Estado norteamericano. A principios de 1921, por la vía del Pacífico, emprendió viaje Tulio M. Cestero, mientras por el Atlántico lo hacían poco antes, Max y su tío Federico, coincidiendo ambas representaciones en Chile, donde se volvieron después a separar. En todo el trayecto, Max estuvo en permanente comunicación por cable con su padre, a quien por precaución llama Quezhenri.

En el detallado relato de Henríquez Ureña de su viaje por América del Sur, hace ahora un siglo, sobresalen las múltiples muestras de solidaridad con la causa dominicana, no sólo entre el pueblo y la intelectualidad –como fueron los casos de Gabriela Mistral, José Ingenieros, Zorrilla de San Martín y Cecilio Báez, entre otros muchos-, sino también de los gobiernos de Hipólito Irigoyen en Argentina, Baltasar Brum en Uruguay, Arturo Alessandri en Chile, Augusto B. Leguía en Perú y Manuel Gondra en Paraguay. Ello tenía que ver no sólo con el prestigio y la admiración que despertaban los representantes del pueblo dominicano, sino también con la situación de estos países sudamericanos, todavía fuera del área de mayor influencia de Estados Unidos.

De todos los gobernantes visitados, el apoyo más decidido provino del presidente argentino, quien había enviado a Santo Domingo al barco 9 de julio con el expreso mandato de “ir a saludar el pabellón dominicano” y no a las fuerzas norteamericanas de ocupación y que en privado confesara a Max Henríquez y su tío: “Efectivamente a Uds. no se les oculta como piensa y como siente el gobierno argentino. Es verdad que del pensamiento a los hechos hay alguna distancia, pero nuestra posición está bien definida. Creo que debo hacer algo, que debo actuar en nombre de mi país para abogar por la libertad del pueblo dominicano, y así lo haré. No me preocupa el fracaso: lo que me importa es cumplir ese deber moral.”

A diferencia de otros mandatarios latinoamericanos, Irigoyen condenó en forma decidida las intervenciones estadounidenses en el Caribe y Centroamérica, llevó a la Argentina a asumir una digna postura durante la Primera Guerra Mundial y después rechazó el nuevo reparto del mundo propugnado por las grandes potencias en la Liga de las Naciones.

Fuente: www.informefracto.com – 16 de abril de 2021