ADHILAC despide al maestro Arturo Roig. 30 de abril de 2012

Despedida a uno de nuestros destacados Miembros de Honor de ADHILAC

ArturoRoigEl 12 de octubre de 2007, Día de la Resistencia Indígena, ADHILAC Internacional, reunido en Asamblea, le otorgó al Dr. Arturo Roig el título de Miembro de Honor de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC Internacional) en el marco del VIII Encuentro de ADHILAC “Bolivar: una tribuna para la integración latinoamericana” se realizó en Caracas en la sede la Biblioteca Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, del 10 al 12 de octubre de ese año.

Trayectoria de Arturo Roig

Nació en Mendoza, República Argentina (1922). Egresó Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuyo, en 1949. En los años setenta debió abandonar el país junto a su familia, dirigiéndose a Caracas, México y, finalmente Ecuador.

Es de destacar su labor docente en su país – en la Universidad Nacional del Comahue – y el exterior.

Entre sus  trabajos figuran:

La Filosofía de las luces en la ciudad agrícola. UNC, Mendoza, 1968;
Breve historia intelectual de Mendoza, Ed. del Terruño, Mendoza, 1966;
Los krausistas argentinos, Puebla, México, 1969;
El espiritualismo argentino entre 1850 y 1900, México, 1972;
Ética del poder y moralidad de la protesta;
El Humanismo ecuatoriano en la segunda mitad del siglo XVIII (Quito, Banco Central),
Bolivarismo y Filosofía Latinoamericana (Quito, Flacso);
Narrativa y cotidianidad (Cuadernos de Chasqui, Nº 4),
Teoría y Crítica del Pensamiento Latinoamericano (FCE, 1984);
“La primera propuesta de una filosofía para la liberación” en Cuadernos Latinoamericanos de filosofía, Bogotá, 46-47 (1991);
El pensamiento latinoamericano y su aventura. (CEAL, 1994).
La universidad hacia la democracia. Bases doctrinarias e históricas para la constitución de una pedagogía participativa. (EDIUNC, 1998).

.Es de destacar que el Dr. Roig recibió numerosos reconocimientos nacionales e internacionales: “Condecoración al mérito cultural” otorgada por el Ministerio de Educación y Cultura del Ecuador, 1983.

En 1989, la Universidad de Guadalajara, México, realizó un Homenaje por su labor.

La presidencia de la República del Ecuador le otorgó, en 1992 la Orden Nacional “Honorato Vázquez”.

Declarado “Visitante ilustre de la Universidad de las Villas”, en Cuba, 1993.

En 1994 recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Managua, y fue declarado Profesor Honorario  por la Universidad Nacional del Comahue, Argentina.

En 1996 La Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina, le otorgó el título de Doctor Honoris Causa.

 


 

La prensa cubrió así la información:

Diario Los Andes – Miércoles 2 de mayo de 2012

Adiós a Arturo Roig, «el último ilustrado»

Miguel Títiro

Así lo llamaban sus discípulos, porque era una usina de conocimientos. Filósofo, docente y pensador profundo, también buceaba en las cosas sencillas. Murió el lunes a los 89 años.

 

Un pensador de notable hondura que calaba en lo profundo del pensamiento filosófico y de las ideas, pero que también buceaba en las cosas sencillas de la vida, fue Arturo Andrés Roig, fallecido el lunes a los 89 años.

Su pérdida provoca un vacío muy difícil de llenar para la legión de discípulos, amigos, colegas y familiares que, compungidos, lo despidieron ayer en su velatorio.

En la Legislatura provincial, y en ocasión de la ceremonia del comienzo del período ordinario de sesiones, se ofreció un minuto de silencio en su homenaje, seguido por una cerrada salva de aplausos.

Arturo fue uno de los cinco hijos del retratista y paisajista catalán Fidel Roig Matons (célebre pintor del Cruce de los Andes). Los otros cuatro son Virgilio, Enrique (el más joven) y los ya fallecidos Fidel (biólogo y su gemelo) y Mario, el primero en partir.

Le suceden su esposa Irma Alsina y sus cuatro hijos: Arturo, biólogo; Horacio, sociólogo; Elisabeth, investigadora social, y Hebe, docente en ciencias de la educación. La descendencia se completa con seis nietos y un bisnieto, de 6 años.

Arturo Roig estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, donde recibió su título de grado en 1949. Precisamente ese año se realizó en Mendoza el Primer Congreso Nacional de Filosofía, que fue inaugurado por el presidente de entonces, Juan Domingo Perón, oportunidad en que un joven Roig, de 26 años, colaboró en su organización siendo aún alumno.

Posteriormente comenzó a trabajar en la facultad de la que había egresado, pero su gestión docente se truncó con la dictadura militar en los ’70. Así, se vio obligado a exiliarse, primero en México y luego en Ecuador, donde trabajó en tres universidades investigando la historia de ese país suramericano y de América Latina.

Un año después del regreso de la democracia a la Argentina, en 1984, el notable intelectual retornó a su Mendoza natal. «El reencuentro con la propia patria es el reencuentro con un mundo que, en varios aspectos, se ha vuelto extraño», reflexionó. A su retorno al terruño fue restituido por orden judicial en su cargo en la UNCuyo, del que se jubiló años después, e incorporado al Conicet como investigador principal. Dirigió tanto el Cricyt, que había creado su hermano Virgilio, como el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales, al que él dio vida.

Despedida de los discípulos

Varios de sus discípulos concurrieron a darle el adiós final al maestro. Estaban, entre otros, quienes fueron los primeros en conectarse con Roig al finalizar el destierro, como Liliana Giorgis, Adriana Arpini, Alejandra Ciriza, Estela Fernández, Jorge Ricardo Ponte y Oscar Zalazar, todos destacados docentes e investigadores. Y no faltaron seguidores posteriores como Dante Ramaglio y Marisa Muñoz, quien recordó que en el escritorio del humanista quedaron proyectos en camino, como un trabajo acerca de la vida y la obra de su padre pintor.

Su trayectoria académica y el reconocimiento a su relevante producción teórica, así como una vasta tarea editorial, se tradujeron en importantes premios y distinciones. En México, la Feria Internacional del Libro y la Universidad de Guadalajara dedicaron a su obra un homenaje académico en 1989; en Ecuador fue designado Miembro de la Orden Nacional «Honorato Vázquez» (Quito, 1992) y recibió la Condecoración al Mérito Cultural (1993); se le confirió el Honoris Causa de la universidades Autónoma de Nicaragua (1994); Río Cuarto (1996); Comahue (2001) y San Luis.

También era Profesor Emérito de la Facultad de Filosofía y Letras y en 1996 la Fundación Konex lo premió por ser una de «Las cien mejores figuras de la última década de las humanidades argentinas». En 2008, la Municipalidad de la Capital lo nombro Ciudadano Ilustre.

De saber generoso

Roig consagró buena parte de su atención a la historia del pensamiento antiguo, ámbito donde produjo valiosos estudios sobre la mitología griega, por ejemplo. Por otra parte, se abocó a la recuperación del pasado intelectual mendocino en sus diversos ámbitos culturales: académico, periodístico, literario, educativo, bibliotecológico y filosófico. En 2007 fue la figura central en el Congreso Internacional de Filosofía realizado en San Juan, donde fue homenajeado por la venezolana Universidad de Zulia, con sede en Maracaibo.

Con Roig se podía hablar sencillamente de las acequias, de la ciudad oasis y de la zona del secano lavallino y sus misterios, y seguramente el interlocutor descubría algo que estaba oculto, pero que afloraba con naturalidad y sabiduría de los labios del pensador.

La docencia, franca y generosa en la transmisión de saberes, fue otra de sus grandes virtudes. Por eso, algunos discípulos de los ’80, entre ellos el arquitecto Ricardo Ponte, le llamaban «el último ilustrado», por ser una usina de conocimientos, desde los más profundos hasta los más sencillos, como conocer una planta medicinal o los pormenores de una comida criolla.

Su hermano Virgilio, ingeniero agrónomo y biólogo, recordó que uno de los primeros empleos que tuvo Arturo fue el de maestro, tal vez siguiendo los pasos de la madre, María Elizabeth Simón, educadora de toda la vida. «Él y su gemelo, Fidel, apenas recibidos en el Normal Godoy Cruz, comenzaron a dictar clases en una escuela nocturna para adultos que había creado a principios de los años ’40 Renato Della Santa (tres veces intendente socialista de Godoy Cruz). Mi mamá me mandaba con unos emparedados para que los muchachos comieran algo», recordó alguna vez Arturo con una sonrisa.

Escribió mucho, entre otras obras «Ética del poder y moralidad de la protesta», «Formación de grandes espacios: la unidad de América del Sur», «Guanacache», «Rostro y filosofía de América Latina» y «Universidad Nacional de Cuyo: 70 años (1939-2009)».

Por su expreso pedido, su cuerpo será cremado, aunque no hay decisión sobre dónde serán esparcidas sus cenizas. Tal vez sea en el desierto lavallino, que conoció cuando acompañaba a su padre en sus incursiones pictóricas, el campus universitario o la montaña.

 

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