Sólo para mulas

Urbanización en Santa Marta, Colombia

Jorge Enrique Elías Caro

Un historicismo muy popular referencia que “todo tiempo pasado fue mejor”. Debido a las nefastas condiciones socioeconómicas y de infraestructura que presenta Santa Marta actualmente, hacen que por tales circunstancias -aunque me cueste creerlo- me acerque cada vez más a esa valoración del tiempo.

 

Una de las condiciones por las cuales la ciudad ha sido declarada nacionalmente como Distrito Turístico, Cultural e Histórico es justamente por su antigüedad. Como es de conocimiento público su fundación data desde el segundo cuarto del siglo XVI. Por tanto, sus calles fueron concebidas para  las características propias de la época, las misma que no fueron variaron mucho en el tiempo, incluso, hasta bien entrado la centuria decimonónica. Así las cosas, fueron diseñadas para los medios de su tiempo y para la modernidad que existía como mecanismo de transporte; es decir, para carretas impulsadas por mulas, burros y caballos. Léase bien, cuando se trata de mula, no es de troques o “tractomulas” como coloquialmente se conoce a este medio automotor de carga, si no para mulas de cuatro patas.

 

La anchura de las calles y la manera de cómo están estructuradas son propias del dieciochesco, y no de los estándares que deben aplicarse para los albores del siglo XXI. Definitivamente, la vialidad interna es de trochas simples y rústicas, y no de una ciudad Cosmopolitan que le apunta como un imán, a atraer de manera masiva turista e inversionistas.

 

Basta ver las últimas vías que se están haciendo, las cuales no han incrementado en nada los espacios que deben regir hoy día entre aceras, por el contrario, conservan la misma medida de hace 400 años. El cuello de botella que se está generando en la ciudad es tremendo. El transporte y la locomoción se hace cada vez más imposible. Súmele que, a los urbanizadores y/o constructores no les importa eso, sólo les interesa achicar para ganar holgura y así construir más en espacios cada vez más cerrados, conllevando a la saturación permanente de las tres y únicas vías principales que posee la ciudad. La Curaduría Urbana es más una entidad de papel, que está limitada exclusivamente a expedir licencias para construir obras “sin son, ni ton”, no hay control de la autoridades y la falta de una planeación de ciudad a largo plazo se hace latente. El futuro y crecimiento de la misma, no está en la concepción de estos funcionarios, pues son incapaces de ver más allá de sus narices. Ni que decir del escaso control que existe sobre el fastidioso problema del mototaxismo.

 

Por todo ello, la ciudad es un caos, y resulta insoportable su movilidad. De ahí que empiece a creer que todo tiempo pasado fue mejor así me toque que volver a montar en mulas, pues, con el debido respeto que se merecen nuestros urbanistas y planificadores, al final son las únicas “bestias” que verdaderamente pueden andar con comodidad en las interminables trochas con grandes huecos que tiene esta ciudad como alegoría de calles o avenidas.

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