Por Sergio Guerra Vilaboy
En las primeras tres décadas del siglo XX ingresaron a Cuba 337 mil braceros antillanos para trabajar en la cosecha azucarera, mientras otra cantidad imprecisa lo hizo en forma ilegal. Los inmigrantes buscaban aliviar la difícil situación económica en sus lugares de residencia, atraídos por las oportunidades de trabajo creadas en la mayor isla del Caribe por la expansión de la industria azucarera.
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