Por Sergio Guerra Vilaboy
Por Sergio Guerra Vilaboy
Cuando estudiaba la carrera de Historia vi por primera vez al conocido historiador José Luciano Franco enfrascado en la revisión de documentos en el Archivo Nacional de Cuba, donde tenía su propia silla. Ya había leído alguno de sus documentados libros, aunque nunca tuve la suerte de ser su alumno, pues ya no daba clases en la Universidad de La Habana, aunque con frecuencia lo escuche en conferencias, reuniones y actividades académicas. Una de las últimas ocasiones en que me lo encontré fue en una recepción del Premio Casa de las Américas, cuando llamó mi atención verlo de pie tanto tiempo, en medio del inmenso salón Che Guevara, a pesar de que ya era nonagenario (1891-1989).
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