José Luciano Franco, de tabaquero a historiador consagrado

Por Sergio Guerra Vilaboy

Por Sergio Guerra Vilaboy

Cuando estudiaba la carrera de Historia vi por primera vez al conocido historiador José Luciano Franco enfrascado en la revisión de documentos en el Archivo Nacional de Cuba, donde tenía su propia silla. Ya había leído alguno de sus documentados libros, aunque nunca tuve la suerte de ser su alumno, pues ya no daba clases en la Universidad de La Habana, aunque con frecuencia lo escuche en conferencias, reuniones y actividades académicas. Una de las últimas ocasiones en que me lo encontré fue en una recepción del Premio Casa de las Américas, cuando llamó mi atención verlo de pie tanto tiempo, en medio del inmenso salón Che Guevara, a pesar de que ya era nonagenario (1891-1989).

Autodidacta, Franco devino, gracias a un enorme esfuerzo personal, de humilde obrero tabaquero en sus años juveniles en uno de los grandes historiadores cubanos del siglo XX. Fue también de los intelectuales más prolíferos y acuciosos que ha tenido Cuba: dejó una producción de más de medio centenar de libros y folletos. Influido tempranamente por el marxismo, una parte de su obra se distinguió por el tratamiento de temas continentales vinculados de alguna manera con la Mayor de las Antillas, para los cuales investigó afanosamente en busca de documentación y datos en los archivos.

A su formación profesional contribuyeron sus estudios, desde mediados del siglo XX, de Ciencia Municipal y Urbanismo, y de investigación histórica, bajo los auspicios del Historiador de la Ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring, y del director del Archivo Nacional de Cuba, Joaquín Llaverías, a la vez que participaba en la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales y en la Sociedad de Estudios Africanos, creada por Fernando Ortiz. Con posterioridad se tituló en la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling.

Una de las características de la sobresaliente producción historiográfica de Franco es que se interesó de manera preferente por el estudio de figuras y acontecimientos un tanto relegados por los historiadores tradicionales, poniendo atención especial en personalidades negras o en el estudio de la cultura afrocubana, como puede apreciarse por los siguientes títulos de su autoría: Los rebeldes negros (1931); Juan Francisco Manzano, el poeta esclavo y su tiempo (1937); Pushkin, el gran poeta mulato (1938); La verdad histórica sobre la descendencia de Maceo (1951); Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida (1951); Antonio Maceo en Honduras (1956); Ruta de Antonio Maceo en el Caribe (1961); Afroamérica (1961); La vida heroica de Antonio Maceo (1963); La conspiración de Aponte (1963); Placido (1964); Presencia africana en el Nuevo Mundo (1968); Folklore afrocubano (1971) Comercio clandestino de esclavos negros en el siglo XIX(1971) y Los palenques de los negros cimarrones (1973).

Además, como resultado de sus rigurosas investigaciones históricas, dio a conocer obras dedicadas a temas diferentes a los anteriores, entre ellas Las democracias municipales en los Países Bajos y España (1945); Las ciudades y sus problemas (1946); Política continental americana de España en Cuba, 1812-1830 (1947), que había obtenido el año anterior el Premio de la Ciudad de La Habana; El gobierno colonial de Cuba y la independencia de Venezuela (1960); Armonía y contradicciones cubano-mexicanas (1554-1830)(1975); Las conspiraciones de 1810 y 1812 (1977) y Apuntes para una historia de la legislación y administración colonial en Cuba (1511-1800)(1985). Aquí pueden ubicarse también los tres gruesos tomos, editados entre 1954 y 1961, donde aparecieron los documentos recopilados por él en el Archivo Nacional de Cuba para la historia de Haití, México y Venezuela. Fue precisamente para presentar la edición de los documentos sobre Haití existentes en el Archivo Nacional -publicados originalmente en 1954 en homenaje al sesquicentenario de la independencia haitiana- que José Luciano elaboró la primera versión de su reconocida Historia de la Revolución Haitiana que finalmente apareció como libro independiente (1966). Con este volumen se completó el tomo tercero de “La batalla por el dominio del Caribe y el Golfo de México” que fuera editado como trilogía por la Academia de Ciencias de Cuba.

Desde su fundación en 1962 José Luciano Franco integró el claustro de la Escuela de Historia de la Universidad de La Habana, aunque poco tiempo después quedo sólo como profesor del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. Siguió activo hasta los últimos días de su larga vida, etapa en la que le fue reconocido el grado de doctor por la Comisión Nacional de Grados Científicos y fue designado por la UNESCO en el Comité Internacional para la redacción de una Historia General de África.

Publicado en Informe Fracto Madre América: Cuba. 10 de octubre de 2019 www.informefracto.com

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