Revolución en Saint-Domingue. Carta a Carlos IV.

Carta del Arzobispo de Santo Domingo, Fernando Portillo y Torres al Rey Carlos IV de España

 

A. S. M., de Fray Fernándo, Arzobispo de Santo Domingo.

Año 1790

Señor:

Quando en veinte y quatro de Enero de noventa anunciaba yo la rebolucion de la Colonia Francesa, que el suceso se ha tan literal como puntualmente verificado, sospechaba ocupada toda la atención de Governo en acercarse á saber seguramente el numero, fuerzas, y poder de aquellos tres partidos, que anunciaba, y veía, con todo el mundo, divisos, y á punto de rompimiento sin saberse por qual de dichos Partidos Blancos, Negros ó Mulatos havría de quedar el triunfo por que del de qualquiera de ellos devian ciertamente temerse á saver resultas para el resto de la Isla de la Dominación Española.

 

Estas notizias no podían verse en sus Gacetas Francesas, ni la multitud de Periodicos Semanales que imprimian en su Colonia, y que era bien visible no ser otra cosa que unas lagunas corrompidas, depositos de mentiras, y falsedades segun que les acomodaba fingir, o para animar á los Sectarios de la Asamblea, ó para animar á los que, con mejor dictamen, podrían resistirles. Con la circunstancia de que el publico desengaño no los avergonzaba ni los… aia de mentir de nuebo. A cuyos materiales, si se juntan los de narraciones inutiles de cosas de nada, defendidas, controvertidas, y apologisadas, y si también se añaden los de no pocas expresiones de abominable desacado contra algunas testas coronadas, de cuyo poder e intenciones, sospechaban dirigirse á destruir el Monstruo Comital, se havra cifrado el asumpto total, substancia y modo de aquellas Gacetas.

 

Esta critica averiguacion de nuestra Parte, la juzgaba entonces tan necesaria, por que lo era para decidir con acierto el punto que nos era mas importante, de si devieramos en el caso del ya inminente rompimiento, auxiliar, o no, a los blancos Franceses para prevenirlos, o para que mantuvieran no por su provecho quanto por nuestro intereses proprio en sugecion á los otros dos Partidos de Negros y Mulatos, que es, decir, á quinientos o setecientos mil Hombres, que noto el Freno y los Grillos de su Esclavitud, y dependencia; y deviandose por esto mismo, huir al fin, y ausentarse de la Parte Francesa, devia necesariamente caer sobre la Española, qual fumoso torrente de inundación.

 

Ni menos eran desde entonces necesarias tan importantes noticias, quando no su pudiera otra cosa, para contemporizar sin positivamente ofender á alguno de los dos Partidos de inferior esfera, pero superiorísimos en el numero: porque ni conjeturar siquiera con probabilidad se podía (ni aun hoy se puede) qual de los dos Partidos, seria el triunfante, ni por quanto tiempo lo seria, ni qual habrá necesariamente de caer sobre nosotros; por que estos conocimientos no los puedo fundar en quien los mira de fuera, un Pueblo Diviso, y en su mejor parte entusiasmado con un monstruoso Gobierno, o sea con un Fantasma quimerico de lo que no puede ser Gobierno, sin Rey, sin administración de Justicia, y sin orden.

 

Devia suponer e Zelo, y talento, que tengo bien conocido del Governador, y Gefes de la Ysla, que intentarían por todos los medios posibles, en la Colonia, para hacerse de tan importantes noticias, como que habían de dirigir sus providencias de defensa ó contemporización. Y asi hube de creer que alguna cosa incidente, y para mi desconocida, la daría y precivaria, á la entrega de Gefe de los Mulatos Ogé, después de asegurado en que desfrutaría la protección de terreno Español á quien se entrega armado, por hacerle aquel prometido, y dado pasaporte.

 

Las circunstancias de esta entrega, y las de la cruelísima, inhumana muerte que á pocos días le dieron los Franceses y que no le hallaremos ejemplar, sino el las del Duque de Abeiro: y después de haver ahorcado á su vista á todos de su tropa, y que el fueron entregadas en Santo Domingo: con otras circunstancias gravísimas, que no refiero porque las supongo conocidas á V.M. fue un paso que nada conducía para esta contemporización con un Partido, como el de los Mulatos, superior en luces, conducta, y riqueza al de los Negros: por que este paso les empeñaba á no entraren adelante en el Terreno español, sino con Espada en mano, y como en un Pais enemigo, y tal que les havia faltado á la fé publica.

 

Y en efecto, en tanto el dolor, y sentimiento que conserva el Partido de los Mulatos por esta entrega, que (ni no me han engañado en la Frontera) aun conservan vigoroso luto los mas immediatos proprios de Ogé (hoy Oficiales de primera Plana y Clase en la Tropa insurgente de su Partido) y se han atrevido á decir á varios de una Guarnicion, que no entraran en nuestro terreno, sino todos juntos y que esa será la ocasión en que se quiten el luto.

 

Con el Partido de los Blancos no se ha podido contemporizar por que no se devia deferir á sus repetidas peticiones de auxilio contra los Negros, y Mulatos, que los oprimían: porque pedían tarde, y no para prevenir la insureccion, sino quando ya estaba armada, y quando el declararnos contra ellos seria abismar en sangre nuestra Ysla, y mas no teniendo fuerzas que oponer á semejante torrente. Pero como esta razón, aunque evidente, no halla dispuestos á los Franceses para ponderar sus energía, por que milita contra su interés proprio, les deja retenidos contra los Españoles por denegación tan justa.

 

El Partido de los Negros no tiene mas enemigos que los de su libertad, y los que impiden su ocio, en borracheras y ladronicios; y asi deben suponerse nuestros Enemigos, siempre que intentemos, no digo oprimir, sino moderarles estos vicios que constituyen su carácter.

 

Siendo esta nuestra actual constitución, relataba á los tres Partidos, resta ver la absoluta en que en el dia ellos se hallan, para inferir ó sospechar (que sospechar basta) si nos vernos oprimidos, y toda la Ysla de alguno ó algunos de ellos.

 

Los blancos Franceses se hallan hoy sufriendo de los dos otros Partidos insurgentes, los males mas atroces, quitandoles los Lugares, quemandoles riquísimas Posisiones, y la Vida á muchos, y á algunos con cruelísimas muertes, sin que tengan fuerzas para resistir tantos enemigos, y desgracias: sin embargo que encerrados en sus Principales Pueblos vocean amenazas contra los Partidos contrarios sin lograr contra ellos ventaja que los sugete, ni aun siquiera intimide. Proyectaron, ó mas bien los Mulatos los precisaron á avenirse, concediéndoles la igualdad con ellos en todo, prometiendo unírseles para sujetar á los Negros. Estas convenciones se han solemnizado varias veces con Te Deum; pero hasta ahora no se ha visto efecto alguno de esta unión. Siguen mezclados la mayor parte de los Mulatos con los Negros robando, matando y quemando. Y es lo seguro no ser jamás concibiables los tres Partidos, especialmente los Blancos, y los Mulatos; por mas que estos, y los Negros, procuren cubrir sus robos y delitos, unas veces con el nombre, y autoridad de Rey, y otras con el de la Religion sino que la palabra Combencion, Te Deum, promesa, y Capitulacion que firman un dia, prometa certeza de su conducta, ni intenciones del siguiente.

 

Y devo creer que sin esperanzas solidas tienendo Franceses de competente socorro de su Metroli, por que aunque esta tenga mucha Madera formada en Navios en sus Departamentos, pero no tiene dinero que es la sangre que vitaliza á estas maquinas, y aun quando la tuviera, le falta lo que es aun mas necesario para que se muevan con fruto, y sin causar á sus Dueños mayores daños: y es Gente fiel y leal á quien confiarle una expedición, con ellas.

 

Y aunque pudiera deducir esta conseguencia con otras funestísimas, de la actual deplorable constitución del Reyno de Francia, tan notoria á todos: pero me ofrece la Colonia un nuevo fundamento para confirmarme en ella, y que acabo de saber por Carta de un Oficial Frances escrita á otro Oficial de una Guarnicion, y que me remite mi Vicario Eclesiastico de Daxabon.

 

De ella se dice que de las muchas Embarcaciones que se habían visto pasar á la frente de Puerto de Plata, tres eran de Guerra, de su Nacion procedentes de la Martinica: un Navio (no dice el porte), una Fragata, y una Goleta que anclaron en el Guarico; pero que en los primeros días que sus oficiales comieron el el, brindaron publica y plausiblemente por la salud del Rey, de la Reyna, del Conde de Artoir, por Bulle, y todos los Aristocratas, y últimamente, y con igual aplauso por los Incendiaros no los llamados asi en Francia, sino los Partidos de los Negros y Mulatos que los estan quemando materialmente en esta Colonia. Y siendo estos Saludos, Satiras de tanto agravio contra aquella Asamblea de Guarico, decreto que los Oficiales del Navio, y Fragata partiesen para Francia á reserva de Mr. Gerardin, Capitan del Navio y el segundo de la Fragata. Este decreto ha causado una terrible fermentación en el Guarico, cuyos efectos ignoro, pero no lo que vale un tal Socorro. El Oficial que escribe se llama Mondion, la estación es en Bayaja viejo (á donde acaba de llegar del Guarico) en veinte y tres del próximo pasado Noviembre. La Carta original (como he hecho con otras) la he entregado á este Comandante para que la remita al Capitan Gral., por si mereciese algún aprecio para su Govierno.

 

Esta es la absoluta constitución, en que se hallan los tres Partidos. Y antes de discurrir sobre ella con respecto á lo que puede temer nuestra Ysla, permita la piedad de V.M. que conceda yo á mi desahogo de producir una, que puede ser ignorancia mia, en la firme suposición de que un solo navio de alto bordo, ó dos bastarían hoy á posesionarse de la Colonia, no puedo comprehender el por que V.M. no lo podria hacer, si lo pudo con las Silesias el Rey de Prusia por guardarselas (bien guardadas) á su Soberana, por lo que se hallaba á la sazon cercada de enemigos; y pudieron tambien aposesionarse con el mismo, otros dos Soberanos de tres partes de Polonia, por que los Polacos alborotaban sus fronteras, y las incomodaban con ruido; porque, digo, V.M. ve á su Augusto primo, sin comparación mas angustiado que se hallaba la Soberana de las Silesias por sus enemigos; y que esta Colonia sola alborotada, é inquieta los estados de V.M. mas que pudo alborotar la Polonia á sus Limitrofos: además del derecho del Postliminio que á V.M. es disputable, no se podría aposesionar de ella, ó sea para guardársela (bien guardada) al Rey de Francia, ó para livertar de tanto ruido e inquietud? Y mas pudiendo entrar á la güenta el peligro (aunque hoy parezca remoto) de que, quedando abandonado á su mala Suerte el Guarico el Inder (¿) y se establezca en alguna parte inmediata Española: y si fuera la de Monte Xsti. en ella formaria otro Gibraltar ciertamente?. Temo abusar de la piedad de V.M. Prosigo mi discurso.

 

De esta mala disposición del Partido de los Mulatos puede temerse que si llegase á ser el triunfante (como ha empezado teniendo de su parte como ya insinue, sobre el talento para dirigirse, riquezas y numero) entren en nuestra parte con Espada en mano, por que, como ya dixe, la entrega de Ogé, sin esperar para ella orden de V.M. los tiene sentidísimos y deseando vengar la cruel muerte de su Gefe. Y aunque solo entren con animo de vengar su resentimiento en determinadas Personas: no ignorando ellos que al Comun de la Capital é Ysla les fue mui sensible dicha entrega por decretada sin Orden Soberano; pero aun quando sea este su único motivo, y objeto, como podrían intentarlo por medios tan limitados en armas, y numero de Gente, que no baste para que la Ysla toda resienta la desolación y destrozo? Esta empresa, asi como es menor próxima, asi también parece menor de temer, por lo que no exige de nuestra parte un prompto aparato, que prevenga nuestra defensa desde ahora.

 

El aparato, que parece deve destruirse desde ahora para el mal que imagino nos amenaza mas de cerca es para la irrupción en nuestras tierras de quatrocientos mil Negros de la Colonia, de los que, aunque demás que sola la quarta parte sean capaces de defenderse, y llevan armas, son mas que los que pueden resistir todas nuestras actuales fuerzas lo que evidenciaré después que haya expuesto los graves motibos que me asisten para anunciar próxima esta irrupción.

 

Ellos son unos esclavos que han muerto a los mas de su Amos, y les han quemado sus riquísima Posesiones, que les hara dentro de poco, sentir el hambre, quando hayan acabado de comer las Fieras, Mulas, y mulos, que servían en los ingenios quemados (lo que ya eran haciendo por que es Gente de buen Paladar) y luego que se les acabe el poco dinero que han podido retener de los Amos muertos, y con el que hoy compran algunos abastos de Carnes á nuestros Contrabandistas. Ellos se han habituado al robo, al asesinato, al mas desembuelto livertinage, vicios á que inclina su educación: Ellos se hallan penetrados del mas furioso resentimiento, y deseo de venganza por la inhumanidad inauditas, con que los han tratado sus Amos Franceses: Y ultimamente al propisimo carácter de su vilanimo es ser tan inhumanmente crueles quando les asegura su impunidad, su mayor numero, ú otra coyuntura quanto son cobardes, y promptos á la fuga al primer recelo de Superioridad en los contrarios.

 

¿Es creible que permanecerá esa multitud encerrada en la Colonia, quando no tengan en ella que comer? Que no salga de ella en quanto sienta que á los blancos les llega por el Guarico, ú otro de sus Puertos algún grande Socorro que se los haga superiores ó que baste para que sospechen serlo? ¿Sera avenible esta multitud á someterse de nuevo á la prisión y Grillos de la Esclavitud de tales Amos que sobre inhumanos los miran ahora ofendidos: renunciando juntamente su amado livertinaje, que gustaron ya por un año entero, que llevan de su rebelión declarado? No por cierto. Seria una preocupación descavellada discurrir en las presentes circunstancias de otra forma: como lo serias el pensar que una Gente sin conexiones, ni Navios que los transporten á las Costas de Africa (a las que no quieren volver) ó a otra mayor distancia, dejen de entrarse y extenderse en nuestra Ysla: sino con viva fuerza, por fortuna nuestra, si á guarecerse no solo formando Manieles en sitios inaccesibles, sino en los muchos montes, cerrados de Arboladas, de extensión de muchas leguas de los que esta sembrada la Ysla, y en los que podrían ser atacados, ni por un grande Ejercito: pues durante su mas estrecho asedio dichos Montes pueden proveerles con abundancia de agua, y de alimentos por mas de verano, y en un año (según es prompta y ventajosa la feracidad de la Tierra) pueden hacerla producir para que nada les falte, sin salir de tales trincheras.

 

Sera pues cada uno de nuestros Montes un Campo enemigo con un Exercito atrincherado. De las quales trincheras saldrán á las savanas á robar los Conucos, Haciendas e Ingenios de los Españoles, son contentarse con ser Dueños desde luego de sus Ganados, que pasan la mitad del año (los Mansos, que los muchos Alzados, el año todo) y en los mismos Montes en que se hayan atrincherado y de los quales solamente salen en el mejor tiempo de yerva en la Savanas que es únicamente quando sus Amos los ven, güentan y disfrutan, y disfrutan por que si quieren usar de ellos en otros tiempos, necesitan batir los ontes, con perros y Cavallos como en España para cazar las Fieras.

 

Esta sola circunstancia, aunque no nos hicieran otro daño, basta para arruinar los dos únicos manantiales de nuestra subsistencia, que son las Maderas, y los Ganados, que es decir, que á nos dejarían inhabitable la Ysla, ó precisados á ser nosotros sus Esclavos: no siendo Gente que dexe lugar siquiera al ignominioso recurso de hacer con ellos tratados para vivir (que es á lo que se ha reducido la Nacion Inglesa en la Jamayca; aunque aquellos son incomparablemente menos, y se contentan con que los dexen havitar en sitios inaccesibles de aquella Ysla é inútiles, quando en la nostra ocuraprarian estos Profugos, lo mas opimo, y feraz) por que tampoco es Gente que obserba tratados sino ó quanto les tiene qüenta, ó por el temor, y a fuerza viva.

 

A estas trincheras, mui luego que las vieran ocupadas por aquellos Negros Profugos Franceses, se refugiarían también todos los que hoy son nuestros Esclavos, que por qualquiera motibo , ó mero capricho de su vil inhumana crueldad en que se deleitan, matara, hiriera, y robara á su Amo, ó solamente por libertarse de su Esclavitud. Y esta misma proporción de impunidad nos ponía á todos los Blancos de la Ysla en estado de no poder contar con nuestros Negros para servicio alguno, y fiados en la seguridad del refugio tomarian animosidad para resistirnos á nosotros mismos, y á dar fin con la perdida de sus brazos, á la de Ingenios y Labores.

 

Incombeniente que augmenta notabilísimamente su gravedad… si se considera que de cinquenta y cinco mil Havitantes que tiene la Parte Española ni aun doce somos Españoles Blancos. Ponderesa si el resto excesivo de nuestros Esclavos, y Gente de Color, asegurados de Refugio, conspirasen contra nosotros, quanto daño podrían hacernos, y fortalecer con su numero á los Franceses Negros, atrinchirados en nuestros Montes? ¿Y porque quando estos solos juntos oprimirnos, y exterminarnos a nosotros que somos menos en numero, menos guarnecidos, menos armados, y con menos plazas, fuertes que los Franceses?

 

Ahora dire a V.M. que aunque en este caso, y desgracia que temo próxima no bastarían para remediarla, o contenerla grandes Exercitos; pero que aun quando para ello bastaran, sin comparación menores fuerzas, no alcanzarían todos los esfuerzos de estos naturales Criollos. De lo que no es mala prueba (bien que lastimosa) la que está ofreciendo no solo Negro, mas cruel y desnaturalizado que las Fieras mismas. Habrá un que refugiado en un Monte que tendr como seis leguas de largo de los Macorizes á esta Ciudad, se presenta devergonzadamente en sus inmediaciones, y las de otros Publos, obserba a las Mugeres, las hiere, y mata cruelmente y haciendo horribles estos homicidios las goza quando mismo estan expirando. Por aviso que desde los Macorizes di al Presidente, renovó los Ordenes mas fuertes para su Captura; y con el motivo de la muerte cruel que ha pocos días executó en las inmediaciones de esta Ciudad en una Hermosa Doncella de catorce años á la Audiencia sus ordenes para prision de este infame ampliándola con el Salvo conducto para matarlo, y aprovando una considerable suma que ofrece la Ciudad de la Vega á quien lo entregare muerto; y sin embargo de todos ni soldados ni no soldados se atreverá embestirle, aun quando se trata de un Reo que no tiene mas Armas que un Machete, y un Asador, y ser tan cobarde que mas de una vez le ha hecho huir una Muger, por defender á su Hija con el arma de un solo Cantaro que llebaba en la mano. El permanece matando mujeres, y para que últimamente mató á traicion un Hombre, solo se ha logrado que no se atrevan estos á caminar de noche, ni solos.

 

Estas son las animas y fuerzas que los Criollos acreditan con quien les mata é infama á sus Hijas, Mugeres, y Esclavos; contra un Hombre casi desnudo, desarmado, y Cobarde. Esta Ciudad se juntó en … (ilegible) en toda forma para pasarme, como que pasó, Oficio á fin que mandara hacer y solemne rogartiba para que Dios les cogiera y entregara preso al Negro; pero yo di una respuesta negativa, y con tanta energía, a los Deputados, que se avergonzaron de haberme pasado tal suplica.

 

Quando llego á esta Ciudad, como más inmediata á la Vaya, el primer aviso, que yo dixe, pidiendo Gente, y Socorro para la Fronter se consternaron estos vecinos en tal extremo, y abatimiento de animo, que por no augmentarlo hube de negar la licencia, y en general Rogatiba (que seria entonce con gritos, sollozos, y lagrimas de Mugeres por que previ desanimarían á la Gente bisoña, que era la unica que podia dar, y concurrir á alguna defensa de Estado; y me negué asi mismo á admitir el prompto Viatico que me disponían para mi Viage; suponiéndome igualmente consternado, y anelando por huir á guarecerme dentro de los Muros de la Capital. Y haciendo la Justicia que merece el animo, y el valor de todos los Oficiales, y la poca tropa, especialmente de Dragones, y devo decir que no lo desmintieron con estas impresiones que consternaron todo el resto del Pueblo. Yo si desmentí con la serenidad de mi exterior, la interior pena que me producía el conocimiento de las ultimas funestas resultas para la Ysla, que podrían seguírsele de aquel alboroto, y que para conterlas, quando hubieran de suceder entonces (con antelación á mi prognostica) nos hallábamos verdaderamente indefensos, pues ni un grande aguerrido Exercito podía guarecernos sesenta leguas de Frontera para evitar una irrupción.

 

Hube pues de manifestar desprecio del Enemigo que se habían figurado monstruoso; bien que diciéndoles que pues sin Dios no podríamos vencer á los muchos, ni a los pocos, siempre era necesario y quería S.M. que le pidiéramos. A mi Clero le exorté en privado, y mande que á este fin ofrecieron sus sacrificios, y que mucho ayudaría para su impetración, si también lo hicieron de sus Carnes, dando en el fondo, en interior de sus Casas Disciplinas propiciatorias; pero que la presente no era la circunstancia de que fomentaran con su consternación la del Pueblo. Aprobó el Presidente (á quien pregunte sobre este particular) quanto havia yo determinado; y prometió avisarme quando, sin estos inconvenientes podría decir en toda la Diocesi, rogativas generales.

 

A estas ningunas fuerzas para impedir una irrupción, se añade para improvisarlos la proporción que para ella ofrecen los Montes altos, y asperos (aunque llenos de Arboles) que por varias partes intercalando la Frontera entran en ambos dominios, proporcionando caminos cubiertos, y atrincherados para el transito de los Negros.

 

Siendo pues tan cierto el peligro de la irrupción, como y que una vez verificada esta ha de hacer inhabitable la Ysla por los pocos Blancos Españoles que en el dia la ocupamos, es ya indispensable que se arbitre un racional medio, si lo ha preservativo, aunque sea arriesgado, y costoso y aunque padezca mucho menores incombenientes, y que en otra constitución bastarían á impedir su practica. Oportunamente mandaria V.M. á estos sus Ministros que pensasen, y le propusiesen estos medios para prevenir un yerro, que no podrá remediarse, una vez que se haya cometido.

 

Estas circunstancias á qualquier buen Vasallo, especialmente á los que nos vemos honorados con la confianza de V.M. en esta Ysla á proponerle el medio, que se nos ocurra, inspirado por nuestra lealtad y fundado en el inmediato conocimiento del Pais. Esta razón y obligación me determina á proponer a V.M. el medio que se me ocurre, sugetandolo no solo al alto Juicio. Y penetracinn de V.M. sino al de sus Ministros: sin que el haverlo producido, me dexe empeñado en su verificación; aunque si logro que se acepte, no negaré que se satisfará con ella mi animo, por haver complido, con buen efecto la obligación, que por tantos títulos me incumbe.

 

Este medio consiste en que desde luego se les prometa á los Negros, y Mulatos unidos con ellos, o que se unan, libertad, protección, y repartimiento de ventajosas, y ferazes tierras, para procurarse con su lavor caval Subsistencia, en qualquiera de las cinco Yslas immediatas á esta, y como ella, de la dominación, y absoluta propriedad de V.M. conviene á saver la Beata, Santa Catalina, la Saona, la Mona y el Monito. Todas las quales son de ventajosas tierras para todo genero de Labranzas, Arboles, criarde Ganado, y al Pasagero, que quiere ó necesita desfrutar sus Carnes, o frutos que aun desiertas producen, y hoy mantienen.

 

Y aunque la Beata se halla inmediata, y casi Frontera á la Costa Francesa; pero no podría poblarse de gente mas enconada y agraviada contra los franceses; ni mas a propósito para defenderla contra ellos, que los Negros, que fueron sus Esclavos cerciorados en que seria lo mismo defender la Ysla contra aquellos, que defender sus Vidas propias.

 

Si acomodare colocar á estos Huespedes mas lejos de la Tierra firme de esta Ysla, se pueden admitir en las de la Mona, y Monito.

 

Pero salvo el mejor Juicio, me inclinaría á concederles la Hermosa, y mayor de la Saona, y de Sta. Catalina, por que tendríamos á la vista á estos Huespedes, y mas en freno: entando separados del Continente de la Ysla, Sta. Catalina un quarto de legua, y media, la de Saona: Immediacion, que dexandola separada, sin poder pasar á esta Ysla sin embarcación, facilita la mansión de una Guarnicion Española, y el registro, y arreglo de los Transeuntes, y que esto colonos vendan en nuestra Ysla, y la provean del fruto de sus labores, y Animales; especialmente la Saona, rodeada de vajos, sino por un coto sitio al Poniente que proporciona á la Guarnicion colocada en él, que limita á permita su entrada según los Ordenes que conviene darle.

 

En aquello sitio puede edificarse una sola casa fuerte que es suficiente resguardo para el Governador Español y Guarnicion: bastando para contener qualquiera disensión que entre los Negros puede acaecer dar casi una sola voz á la otra Costa, sobre tenerlos desarmados. Y se puede asegurar desde ahora que las contribuciones de aquellos Colonos resarcirían en bree, y repondrían con mucho augmento en el Erario de V.M. los costos de dichas Casas fuertes, y aunque se duplicaran con otras Fronteras en la costa de nuestra Ysla; y aunque fueran necesarios algunos Faros armados que sirvieran de guardia costas; aunque hoy uno tiene nuestra Ysla, ni creo se augmentaria el contrabando que se experimenta, y experimentará sin embargo de los medios tomados ahora para impedirlo.

 

Para este proyectado establecimiento supongo que en el caso de rectificarse, mandaria V.M. se le presentasen todos los arreglos que se estimen necesarios, asi para evitar inconvenientes, y perjuicios, como y que respecten á procurar todos los posibles adelantamientos de las nuebas Poblaciones, para las que desde luego se les señalarían sitios con relación, á as Suertes de Tierra, que se demarcasen para sus labranzas, y cria de Ganados.

 

Este proyecto no puede dignamente censurarse, ni criticarse, si se pierde de vista que vamos con el á preservarnos de un mal tan extremo que nos haga esta Ysla unhavitable: y que nos por lo menos de quatrocienots mil Hombres, de cuyos daños, latrocinios y saña puede libertarnos. Siempre que este principio se pierda de vista, y se ponga en inconvenientes menores (aunque sean grandes sin contralibrarlos con el peligro de perder con esta Isla, la llave de toda la America, y haverla de reconquistar con los sin comparación mayores inconveniente de enormes gastos, travajos y peligros: no se hara, como deve hacerse esta critica, para el mayor servicio de V.M.

 

Cuya justificación quizá halle por mayor inconveniente el de guarecer, dar acogida, y hacer proprios Vasallos á Esclavos Reveldes, que son propiedad de sus Amos. Pero me atrevo á representar humildemente que igno haya Leyes do consciencia, de Caridad, y de justicia que obliguen á V.M. á apurar sus fuerzas, y á perder sus dominios por restituir á sus antiguos Dueños los Esclavos se le entran por sus Puertas, y á cuya fuga, y traiciones han dado lugar aquellos con la inhumanidad de su trato, que es causa justa, y lexitima para perderlos, y que les dá derecho para recobrar su libertad.

 

Por lo que (sin embargo de los escrupulos, que contra este mi Dictamen pueden otros Theologos timidos), y estoy immoble en que estos Negros prófugos podrían ser Ladrones, Homicidas y fornicarios, pero que esclavos no lo son; por que jamás sus antiguos Amos hubieron por serlo, derecho de quemarlos vivos, ni de que estándolo, los mutilaran los brazos, y piernas, haciéndoles que asi truncos les sirvieran en las Puertas de sus ingenios para espantar á los (sic) Perros con sus voces, y extraña figura, y esto por causar, que á quatro de Azotes: que eso de darselos hasta expirar en ellos, descubriendoles el corazon , por la espalda, y de matarlos de improviso con trabucazo, se tenian por unos castigos de muerte mui benigno, y efecto de la piedad, y moderacion de sus Amos. Repito pues que ya no lo son, y que les dieron con estos tratamientos derecho á los demas para libertarse en el modo que pudieron: y adelanto que los precisaron, y aun pusieron en obligación de libertarse.

 

Esto es hablando como Theologo en Leyes do consciencia: que en las de estado supongo que no hai ninguna que proscriba tal restitución, antes si, la hai de contrario. En cuya atención no protegeriera V.M. en estos Profugos, Esclavos, si se apropiara bienes agenos, sino á Indiviuos es que quiren ser sus Vasallos, y que piden la defensa, que todos los que somos, despertamos del invicto brazo de V.M. contra esos Enemigos.

 

En consequencia, no aparece incombeniente alguno en que, quanto antes se pueda, y antes que se hayan emboscado en nuestros Montes, y gustado sus muchas carnes, y frutos se les publique, ó haga saber á quanto de ellos pasen a nuestra Raya, que el Governador les destinara sitio seguro, y Tierra en que vivir jurado que hayan el debido Vasallaje á V.M.

 

Esto es Señor, quanto se me ocurre decir, y exponer á los Rs Ps de V.M. en las presentes circumstancias de estos sus estados.

 

En mi gran pobreza (que tengo representada á V.M.) no me lo impidiera, saldría personalmente de la Capital á pocos días de haver terminado el regreso á ella, que voy á emprender: y con el motivo de la Pastoral Visita, por aquella otra parte mas pobre, y casi despoblada de la Ysla, reconociera por mi mismo especialmente las dichas Yslas de Saona, y Sta. Catalina, y adelantara con mas verosimilitud, mis informes, y quiza esta inspeccion me sugeriria nuevas razones para apoyarlos.

 

Dios Nuestro Señor, de cuya serie de providencias, con el Reyno de V.M. (según podemos conjeturar del tenor de las que se dignó revelarnos en sus Escripturas): dio la America á los Augustos ascendientes de V.M. por la propagación que procuran á la Fe Catholica, á costa de tantos gastos, fatigas, y sangre en la conquista del Reyno de Granaa: es de creer firmemente que el mayor obsequio. Y propagación que á V.M. le ha devido la Fe misma de su Real Edicto de 20 de Julio de este año, le conservará á V.E. esta nuebo mundo mismo, y su llave de oro, que no dudo está en esta Ysla, que tubo la fortuna de ser la posesión primera, y primicia del rico premio que, en un Mundo, destinaba Dios á los Reyes Catholicos.

 

A los Rs Ps de V.M.

 

(firma) Fr. Fernando

 

Arzobispo de Santo Domingo

 

Transcrito de: “Documentos para Estudio. Marco de la época y problemas del Tratado de Basilea de 1795, en la parte española de Santo Domingo”. Colección de J. Marino Incháustegui. Academia Dominicana de la Historia; II Congreso Hispanoamericano de Historia, Vol. VI, Buenos Aires, 1957, pp. 547-558.

NOTA

Se mantuvo la ortografía original

 

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