Tribulaciones e increíbles aventuras de un venezolano

Por Sergio Guerra Vilaboy

La vida del venezolano Rafael Nogales Méndez, parece salida de una novela de aventuras. Nacido en San Cristóbal (Táchira) en 1877, en una familia acomodada de origen vasco, siendo todavía un niño fue enviado a estudiar en la Real Academia Militar de Berlín en Alemania y, después de graduado, pasó cursos en las universidades de Bruselas, Lovaina y Barcelona, donde aprendió varios idiomas.

Llevado por su animadversión a los Estados Unidos, se unió a las fuerzas españolas en la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana (1898), cuando adoptó el apellido de Nogales, en lugar del paterno: Intxauspe. Derrotada España y herido en combate, pasó a Haití y entre 1899 y 1900 recorrió el norte de África, la India, Afganistán, Indonesia, Angola, Argentina, Brasil, Inglaterra, Irlanda y Estados Unidos.

A principios del 1901, de regreso a su tierra natal, tuvo un altercado verbal con el Presidente Cipriano Castro, por lo que tuvo que escapar a la carrera, sin cambiar su elegante vestuario, a la República Dominicana. Enfrentado al gobierno venezolano, recorrió Centroamérica en busca de apoyos y se enroló en la fallida expedición de la goleta La Libertad. Enfermo de malaria y herido en una pierna, se refugió de nuevo en la República Dominicana y después en Haití.

Exiliado en México, cruzó a Estados Unidos, donde fue vaquero en Arizona y cazador de osos en Nevada, hasta que se mudó a San Francisco. De aquí viajó a China, convirtiéndose en agente secreto del gobierno de Japón durante la guerra de este país con Rusia en 1904. Perseguido, atravesó Siberia y se refugió en Alaska, donde vivió por dos años con los esquimales y cazó ballenas. Atraído por la búsqueda de oro marchó a California, donde conoció al líder del Partido Liberal Mexicano (PLM) Ricardo Flores Magón, a quien respaldó en la lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz, consiguiéndole armas para su invasión a Chihuahua en 1908.

Al año siguiente regresó a Venezuela, tras el derrocamiento de Cipriano Castro por el general Juan Vicente Gómez, a quien pronto se opuso, exigiendo la democratización del país y alentando la sublevación de los llaneros e indios de la Guajira. En1913 organizó en Curazao una frustrada invasión armada que lo arrojó al exilio durante casi dos décadas.

Al estallar la Primera Guerra Mundial se incorporó como capitán al ejército de Alemania, aliado de Austria-Hungría y Turquía. De enero de 1915 a octubre de 1918 sirvió en las fuerzas militares otomanas, en las que llegó a General de Brigada. Luchó contra el ejército zarista en Anatolia, contra sus aliados armenios del Cáucaso y la caballería cosaca en las montañas del Kurdistán. En protesta por las masacres de armenios cristianos cometida por los turcos solicitó su baja del ejército otomano y, trasladado de frente militar, combatió a británicos y árabes en Irak, Siria y Gaza. En 1917 fue nombrado Gobernador de una parte del litoral de Palestina. Por los servicios prestados durante la Primera Guerra Mundial, Nogales alcanzó el título de Bey y fue condecorado con la media luna como insignia, dos cruces de hierro y la Estrella de Mechedieh, que porta con orgullo en una de sus fotos más conocidas. Muchas de estas experiencias las contó en varios libros que publicó desde 1922, que contienen testimonios de los abusos cometidos contra pueblos y etnias, en particular el genocidio armenio.

Radicado en los Andes colombianos, en la frontera con Venezuela, la permanente hostilidad del régimen de Gómez lo obligó a peregrinar por varios países centroamericanos. Por un naufragio se adentró en las selvas del Darién (Panamá) y luego estuvo en los bosques de Nicaragua, país al que volvió entre 1927 y 1928 para apoyar la gesta de Augusto César Sandino, a quien entrevistó. La epopeya sandinista es el tema de su libro El saqueo de Nicaragua, cuya publicación en Estados Unidos desató un gran escándalo y la prohibición de la obra (1930).

Tras la muerte del aborrecido dictador venezolano en diciembre de 1935, Nogales regresó a su tierra natal. Arruinado y sin familia, pues nunca se casó ni tuvo hijos, aceptó marchar a Panamá para estudiar el funcionamiento de la Guardia Nacional, donde enfermó de gravedad y murió el 10 de julio de 1937, a los 59 años de edad.

El propio káiser de Alemania Guillermo II, exiliado en Holanda, envió a su funeral una corona de flores y una tarjeta con este texto: “A Rafael de Nogales Méndez, generalísimo en la gran guerra, uno de los caballeros más valientes y nobles que haya conocido”. Cuatro décadas después, en 1975, sus restos fueron trasladados al Panteón de las Fuerzas Armadas de Venezuela.

Fuente: Informe Fracto. www.informefracto.com – 17 de marzo de 2020

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