La epopeya de la columna Prestes en Brasil

Por Sergio Guerra Vilaboy

El período de la llamada República Velha (1889-1930) en Brasil estuvo marcado por grandes turbulencias sociales y políticas. A fines del siglo XIX, la inestabilidad comenzó por las pugnas entre los partidarios del régimen monárquico, desaparecido en 1889 por un golpe militar, y las distintas tendencias republicanas, ejemplo de lo cual fue la rebelión federalista que sacudió Río Grande do Sul entre 1892 y1897.

Al margen de esos conflictos en la cúspide de la sociedad brasileña, estallaron brotes de violencia campesina de lo que fue expresión la proliferación de bandas de asaltantes conocidas como cangaceiros -el más famoso fue Lampeao-, que lo mismo robaban en las haciendas que servían de guardia de corps de los terratenientes, conocidos como coroneles, o el estallido de revueltas de trabajadores rurales como las del Contestado (1912-1915) en Santa Catarina. La lucha campesina que mayor conmoción causó en esos años fue la de Canudos (Bahía), un movimiento de carácter místico religioso, en ebullición de 1893 a 1897, y que serviría al escritor peruano Mario Vargas Llosa como tema de su novela La Guerra del Fin del Mundo(1981).  

Al mismo tiempo estallaban las primeras huelgas de la naciente clase obrera, entre ellas las de Rio de Janeiro y Sao Paulo en los años de 1917 a 1920 dirigidas por el anarco-sindicalismo, seguidas poco después por la fundación del Partido Comunista (1922) por un grupo de intelectuales y dirigentes proletarios encabezados por Astrogildo Pereira. Casi al mismo tiempo se producía también la radicalización de sectores de las capas medias que pretendían superar el obsoleto régimen de la oligarquía cafetalera con ciertas reformas nacionalistas y democráticas.

Eso fue precisamente el tenentismo, un movimiento militar que dejaría profunda huella en la historia contemporánea de Brasil.  El 5 de julio de 1922 comenzó la sublevación de un grupo de jóvenes oficiales que deseaban impedir el acceso al poder de un nuevo representante de las elites, Artur da Silva Bernardes, escogido como primer mandatario por el sistema del “café con leche”, como se llamaba con fina ironía a la hegemonía de los ricos ganaderos de Rio Grande do Sul aliados a los poderosos cafetaleros de Sao Paulo.

Bajo el mando del capitán Hermes Rodrigues da Fonseca, los jóvenes oficiales, en su mayoría tenientes, se apoderaron del fuerte de Copacabana en Río de Janeiro y la Escuela Militar del Realengo. La rebelión castrense se extendió a otras unidades del ejército, aunque pronto fue aplastada por el gobierno. La última resistencia la escenificó un grupo de 17 oficiales inmolados en la playa de Copacabana, acción en la que sólo sobrevivieron dos tenientes: Antonio Siquiera Campos y Eduardo Gomes.

Al conmemorarse el segundo aniversario de estos sucesos, el 5 de julio de 1924, brotó de nuevo la sublevación tenentista, mucho mejor organizada que la anterior, pues logró el control de la populosa ciudad de Sao Paulo.  Al no poder sostenerse en esta urbe, los militares rebeldes se retiraron por tren a las zonas boscosas del Paraná, donde resistieron atrincherados por siete meses, rodeados por tropas varias veces superiores. Aquí se destacó el joven capitán Luis Carlos Prestes, quien terminaría por imponer su tesis de la guerra móvil por el interior del país.

La marcha de la invicta columna encabezada por Prestes, que desde entonces sería llamado el Caballero de la Esperanza, duró varios meses y terminó en marzo de 1927 tras recorrer, a caballo o a pie, trece estados brasileños -más de 26 mil kilómetros- y de celebrar decenas de combates victoriosos contra las fuerzas regulares y bandas de cangaçeiros guiadas por 18 generales. Incapacitados para incorporar al pueblo humilde a un movimiento que se mantenía en los estrechos límites castrenses, sin inscribir en su lucha las reivindicaciones de las clases oprimidas, la columna estaba condenada al fracaso, por lo que finalmente cruzaron la frontera y salieron del país. Pero el recorrido sirvió para que muchos tenentistas, conmovidos por la terrible miseria del campo, se concientizaran, dejando su impronta en la historia nacional. 

Fuente: Informe Fracto. www.informefracto.com 20 de marzo de 2020

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