Piet Hein y la captura de la Flota de La Plata

Por Sergio Guerra Vilaboy

La vida del marino holandés Piet Pietersen Hein estuvo dedicada a luchar por la independencia de su patria, durante la llamada Guerra de Flandes o de los ochenta años (1588-1548) contra España. Desde muy joven, pues había nacido en Delft en 1577, entró en la armada de su país como simple grumete y ya en 1623 era vicealmirante de la recién creada flota de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales.

Esta empresa mercantil, fundada dos años antes por comerciantes holandeses de Amsterdam, al estilo de la ya existente para las Indias Orientales, debía esquivar el cierre de los puertos de Portugal y sus colonias a los buques de los Países Bajos decretado por Felipe IV en 1594. El monarca español se había valido de sus prerrogativas como soberano de todos los territorios lusitanos, pues desde 1580 -y hasta 1640- ocupaba también el trono portugués. La Compañía de Indias Occidentales imprimió nuevos bríos a las actividades comerciales y al corso, en especial después de reanudada la guerra entre los reinos de la península ibérica y los Países Bajos (1621-1640).

En junio de 1624, como segundo al mando de la flota holandesa del almirante Jacob Willekens, Piet Hein participó en la toma de San Salvador de Bahía, entonces capital de Brasil, recuperada al año siguiente por las fuerzas de España y Portugal. Poco después, y ya al mando de su propia flota, Hein, intentó tomar Luanda, en Angola, y en 1627 volvió a atacar Bahía. Aunque no pudo ocupar de nuevo esta ciudad, se apoderó de varias naves en su puerto, lo que le valió su ascenso a Almirante

Sin duda el mayor éxito de la breve carrera de Piet Hein fue capturar a la hasta entonces invicta Flota de Indias, creada por España en 1561 para proteger a los navíos que extraían las riquezas de América. El corsario holandés emboscó a La Flota de la Plata, como se conocía a la procedente del Virreinato de Nueva España, que había salido en agosto de 1628 del puerto de Veracruz con un valioso cargamento de mineral argentífero estimado en 117 329 libras y otras mercancías valoradas en unos cinco millones de ducados oro. Eran cuatro galeones y once mercantes con 213 cañones, al mando del almirante sevillano Juan de Benavides y Bazán, Marqués de Jabalquinto, quien al parecer no tomó las debidas precauciones en su travesía hacia su escala en La Habana. 

Cuando los barcos españoles se encontraban frente al extremo occidental de Cuba, a la altura de Bahía Honda, la impresionante flota de Piet Hein, integrada por 36 buques con 620 cañones y más de tres mil hombres, le sorprendió, impidiéndole aproximarse al puerto de La Habana. Sin muchas alternativas, el almirante Benavides ordenó seguir a toda vela a la cercana bahía de Matanzas. La desesperada maniobra salió mal, pues varios de sus barcos encallaron, azotados por la artillería holandesa. Perdido, Benavides buscó refugio en un ingenio matancero, tras ordenar la destrucción de la flota, pero los marinos de Hein actuaron tan rápido que pudieron abordar la mayoría de las embarcaciones españolas, entregadas casi sin resistencia por sus tripulantes.

La batalla naval de la bahía de Matanzas resultó un golpe demoledor para el sistema de flotas de España y la propia Corona la consideró el mayor desastre militar desde 1492. Responsabilizado por el descalabro, el almirante Juan de Benavides fue encarcelado y sometido a juicio. Condenado a muerte, su ejecución se efectuó en la plaza pública de San Francisco en Sevilla, el 18 de mayo de 1643, mientras se escuchaba este pregón “Esta es la justicia que manda hacer el Rey Nuestro Señor a este hombre por las culpas que tuvo en la pérdida de la Flota del año 1628 de la que fue general. Mándenle degollar por ello. Quien tal hace que tal pague…”

Piet Hein aporto a su país ocho galeones españoles y un botín estimado en once millones y medio de florines. Recibido como héroe nacional, fue puesto al frente de la Marina de Guerra en enero de 1629, pocos meses antes de su muerte en un nuevo combate naval cerca de Flandes. En su honor se interpretaron canciones sobre su histórica hazaña, que hoy forman parte del imaginario popular de los Países Bajos y su nombre aparece en calles, hoteles y otros sitios. En 1998 el artista plástico holandés Willen Bermon donó a Cubauna escultura de Piet Hein, que desde entonces vigila las aguas de la hermosa bahía de Matanzas, como protegiendo los tesoros de la Flota de La Plata que, según una leyenda, todavía una parte yacen en el fondo del mar esperando su rescate.

Fuente: Informe fracto, www.informefracto.com – 3 de abril de 2020

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