La gran crisis de 1929 en América Latina

Por Sergio Guerra Vilaboy

Dicen los especialistas que la Covid 19 ya ha superado el número de desempleados causados por la gran crisis económica mundial de 1929, y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) pronostica que sus consecuencias serán las peores de la historia. Vale la pena recordar que la depresión de los años treinta fue por su extensión y profundidad, la más grave conocida hasta ahora por el capitalismo. Bancos, fábricas y negocios quebraron, mientras los obreros eran despedidos en masa. En tres o cuatro años la producción industrial cayó entre 30% y 40%, retrocediendo a los niveles de 1908-1909. 

Sólo en Estados Unidos, de 1929 a 1932, el ingreso nacional declinó de 82 mil millones a 40 mil millones de dólares -el rural se contrajo a menos de la mitad- y los salarios bajaron de 17 a 7 mil millones en la misma moneda, mientras se registraba una caída de cerca del 50% en los precios de artículos de consumo. El índice de ocupación (base 1923-1925=100) descendió de 106 a 66 puntos -los parados pasaron de 1,6 millones de personas en 1929 a 12,8 millones en 1933- y el valor conjunto de las exportaciones e importaciones se redujo de 9 640 a 2 933 millones de dólares. La producción de hierro y de acero retrocedió 28 y 31 años respectivamente. De cinco millones de automóviles fabricados en 1929 se pasó a sólo un millón.

Los acontecimientos de 1929 marcaron también un completo viraje para la economía y la sociedad de América Latina. Lo más notable fue la prolongada pérdida de dinamismo en la demanda de materias primas que acompañó a la pronunciada disminución de la producción industrial en Estados Unidos (46%), Alemania (40%), Francia (33%), Inglaterra (24%) y otras metrópolis. Sus efectos se hicieron sentir en forma directamente proporcional a las deformaciones sufridas por los países latinoamericanos en el proceso de su integración a la división internacional del trabajo.

El desempleo, la ruina y el hambre afectaron a las masas populares de América Latina, mientras los golpes de estado y la proliferación de situaciones revolucionarias pusieron de manifiesto la crisis de las estructuras dominantes. El descalabro reveló en toda su crudeza los límites del laissez faire y las consecuencias de minimizar el papel del Estado, políticas adoptadas por las repúblicas latinoamericanas como parte de las reformas liberales instauradas desde la segunda mitad del siglo XIX.

La gran hecatombe financiera, industrial y comercial afectó sobre todo a los países de América Latina más estrechamente vinculados al mercado internacional. Los países latinoamericanos orientados a la exportación de materias primas y alimentos, en su mayoría monoproductores, fueron los más golpeados por la brutal contracción del mercado. La caída del precio y del volumen de las exportaciones tradicionales, la aguda disminución en la capacidad de importar y la consiguiente bancarrota fiscal, conmovieron los cimientos de un orden socioeconómico basado en los privilegios de las elites agroexportadoras.

Por añadidura, el flujo de capital extranjero hacia América Latina se detuvo casi por completo. En consecuencia, las ventas latinoamericanas se redujeron en un 65% y su capacidad de importar en un 37% durante los años más duros de la crisis, lo que obligó no sólo a reducir los presupuestos estatales sino a suspender el pago de la deuda externa en 1934, con sólo dos o tres excepciones. 

Las elites en América Latina trataron de retener el poder estatal recrudeciendo la represión y patrocinando una serie de maniobras golpistas, destinadas a liquidar experiencias reformistas y detener la democratización emprendida en algunos países (Argentina, Uruguay) o recomponer, con la ayuda del ejército, la alianza entre las oligarquías criollas y el capital extranjero (Perú, Cuba, Colombia y parte de Centroamérica). La crisis fue también el caldo de cultivo de movimientos nacionalistas, sublevaciones populares, revueltas obreras y campesinas, que en los años treinta estremecieron al continente de un extremo al otro y abrieron nuevas alternativas de las que hablaremos en una próxima nota de Madre América.

Fuente: www.informefracto.com – 8 de mayo de 2020

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