Carta dirigida por Juan Andrés Pueyrredón a Juan Florencio Terrada
San Isidro, 21 de mayo de 1810
Mi amado J. F. (1): Desde anoche estoy en grandes ansiedades. El negro Toribio vino del pueblito contándome que en el almacén de Rúa le habían dicho que del pueblo habían llamado urgentísimamente a don Cornelio para que tomase el gobierno, porque los criollos y la gente de los cuarteles habían avanzado a la plaza, habían deshecho el Cabildo y agarrado y muerto a Cisneros.
El mozo del almacén agregó que algo muy serio debía haber, porque a su patrón le habían dicho lo mismo el día anterior; y que había salido para la ciudad hoy de madrugada y a escape con otro mozo. Inmediatamente mandé llamar al cholo de lo de Saavedra que como sabes es muy ladino aunque muy retobado; y he podido sacarle que es verdad que a su amo lo vino a buscar un oficial con dos soldados de su regimiento, diciéndole que se había levantado un alboroto muy grande, y que todos hablaban de atacar al virrey y de matarlo; que Saavedra se había enojado mucho y anduvo muy inquieto toda la noche del viernes, repitiendo que era preciso contener al populacho y a los desaforados que lo animaban a tales extremos; pero que el oficial le repetía también: «No se engañe, coronel, la cosa no se puede atajar; y estoy cierto que si usted se empeña en contenerlos, a usted mismo lo han de hacer a un lado. Reflexione bien lo que va a hacer.» Y que con esto se pusieron en marcha antes de amanecer el sábado (2).
¡Figúrate, amado J. F., cómo estaré yo, clavado en esta cama y condenado por Cosme y Madera (3) a quedar cojo para in eterno! Compadécete de mí, y dime con el portador lo que haya, porque estoy revolviéndome como un azogado, y como si tuviera ascuas por todo el cuerpo: o me mato o me voy al pueblo aunque sea más cojo que el diablo cuando lo desbarrancaron del cielo. Tu invariable compañero y paisano.
J.A.P.
NOTAS:
(1) Juan Florencio Terrada?
(2) 19 de mayo
(3) Juan Andrés Pueyrredón, evidentemente, que en este tiempo había sufrido una caída desde las barrancas de San Isidro en un carruaje cuyos caballos se desbocaron, y de lo cual quedó cojo.
Vicente Fidel López: Crónica de la Revolución de Mayo. Buenos Aires. Editorial El Quijote. 1945.
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