Bandeirantes y misiones jesuitas

Sergio Guerra Vilaboy

Desde 1580, tras la unión de los tronos de España y Portugal, los límites fijados por el Tratado de Tordesillas (1494) entre Hispanoamérica y Brasil comenzaron a ser ignorados por los bandeirantes. Este era el nombre de bandas armadas, salidas del litoral brasileño, que penetraban al interior del continente enarbolando sus propias banderas o bandeiras en portugués. Al avanzar por los vedados territorios hispanoamericanos, prácticamente desconocidos para los europeos, los bandeirantes buscaban oro, plata, piedras preciosas o incluso indígenas, a los que vendían como esclavos en las plantaciones azucareras de Pernambuco.

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BREVE HISTORIA DEL BRASIL III – A. Prieto y S. Guerra.

Breve Historia del Brasil

Alberto Prieto y Sergio Guerra
La Habana, 1991

Los bandeirantes y la conquista del interior


Sudamérica Diego Homem. 1558. Museo Británico. Londres

Durante el  período de la dominación española en Portugal, los colonos de Brasil comenzaron su expansión sistemática al interior. Partían de las villas costeras para emprender la exploración del amplio territorio oculto por las montañas y colinas del litoral. Hasta ese momento la colonización lusitana no se había sentido fuera de la estrecha franja costera y siempre  dentro de los limites establecidos por el Tratado de Tordesillas. La unión de los tronos de España y Portugal no solo permitió el intercambio comercial entre las colonias ibéricas -que se manifestó a través de los viajes de los “cristianos nuevos”, de origen judío, a Hispanoamérica y de los peruleiros a Brasil-, sino que también favoreció la realización de incursiones portuguesas por encima de las fronteras fijadas en el acuerdo de 1494. La aparición de esas expediciones en un área hasta entonces vedada, tenía como meta la búsqueda de oro, plata, piedras preciosas y, como ya se ha explicado, indios. Fue a este tipo de empresa a la que se denominó bandeiras. Con esta palabra se designaba a los grupos de aventureros que se integraban bajo una estructura paramilitar y que esgrimían como signo distintivo un pendón o bandera. Las bandeiras se legalizaban en los registros municipales y podían ser organizadas por las autoridades coloniales o por la iniciativa particular de comerciantes y plantadores, que era lo más común. Los bandeirantes se internaban en las tupidas selvas y permanecían en exploración durante varios meses, hasta encontrar algún objeto de valor que llevar a los mercados de la costa. El número de participantes en esas campañas oscilaba entre 60 y 500 hombres. Sigue leyendo