
Por Sergio Guerra Vilaboy
A fines del siglo XVIII, con el agravamiento de la crisis colonial en Hispanoamérica, cobró fuerza la aspiración de restaurar el antiguo Tahuantinsuyo, estimulada por un sector de quechuas y aymaras dispuestos a resistir los abusos e imposiciones de corregidores, curas, caciques y funcionarios de la Corona española. En 1780 se abrió un ciclo de revoluciones indígenas que estremecieron los Andes, iniciado por los hermanos Katari y cerrado con la ejecución de Mateo Pumacahua en 1815.
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