José Manuel Balmaceda, primer presidente nacionalista

Por Sergio Guerra Vilaboy

La penetración del imperialismo inglés en Chile se consolidó en los años posteriores a la invasión chilena al litoral de Bolivia y Perú, durante la llamada Guerra del Pacífico (1879-1883). Ya en 1886 el capital británico, que había alentado la contienda fratricida, controlaba el 70% de la producción de la principal riqueza del país austral, el salitre o caliche, y en 1890 había triplicado sus inversiones, dominando toda su vida económica. José Manuel Balmaceda, quién ganó las elecciones de 1886 a su principal contrincante, el rico contratista ferrocarrilero –fundador de Viña del Mar- José Francisco Vergara, intentó poner coto a los ingleses con una política nacionalista.

Desde el inicio de su gestión, el 18 de septiembre de ese año, Balmaceda encaminó su gobierno a la recuperación de los recursos naturales. Para lograrlo, intentó aprovechar las ya visibles contradicciones inter imperialistas de la época para atraer capitalistas alemanes, norteamericanos y franceses, promoviendo sus inversiones y aflojar la asfixiante hegemonía inglesa.  Además, aumentó los derechos de exportación del caliche, con lo que se incrementaron los ingresos fiscales, eliminando viejas contribuciones. También el mandatario contrató un empréstito para adquirir explotaciones salitreras británicas en Tarapacá, liberó de derechos la importación de maquinarias, a la vez que impulsaba la creación de un banco central, la estatización de los ferrocarriles y su extensión en el sur hasta Puerto Montt.

Sin embargo, los intereses de la elite criolla aliada al capital británico, nucleados en el Congreso, perjudicados por la política nacionalista de Balmaceda, se le opusieron abiertamente. En realidad, detrás del enfrentamiento entre el legislativo y ejecutivo se ocultaba la lucha de los grandes latifundistas, mineros enriquecidos y la burguesía comercial intermediaria asociada a Inglaterra, contra la naciente burguesía industrial, la pequeña burguesía urbana y el emergente proletariado. El rechazo de varios proyectos balmacedistas por el Congreso fue el preludio del choque final entre los dos poderes del Estado que se agudizó a principios de 1889, cuando Balmaceda se negó a que los diputados nombraran a sus ministros. Para intentar paliar la crisis política, el mandatario hizo concesiones al parlamento, pero no aceptó la designación de su eventual sucesor en la presidencia. La proliferación de huelgas obreras, como las de Tarapacá y Antofagasta en julio de 1890, sirvió de pretexto para acelerar las actividades conspirativas de las fuerzas asociadas al Congreso, que acusaron a Balmaceda de proteger al movimiento obrero. A fines de 1890, el propio parlamento, opuesto a una reforma constitucional, aprobó un acta que en la práctica destituía al mandatario, acusándolo de violar la Constitución, en un virtual golpe de Estado.

Finalmente, el 7 de enero de 1891, la flota de guerra chilena surta en Valparaíso, siguiendo órdenes de Jorge Montt, se rebeló contra el gobierno de Balmaceda y bloqueó los puertos salitreros para impedir la obtención de recursos por el gobierno. La propia mayoría parlamentaria que había firmado el acta de deposición del Presidente iba en los buques de la escuadra. Balmaceda replicó asumiendo poderes dictatoriales, lo que condujo a la breve guerra civil de 1891.

Al principio, las tropas de la Junta opositora, formada por el legislativo, fueron detenidas por las fuerzas militares leales al mandatario. Tras recibir refuerzos desde el mar, los sublevados pudieron avanzar hasta Caldera. El 19 de agosto entraron en Quintero, al norte de Valparaíso. En las batallas de Concón –en la desembocadura del río Aconcagua- y de Placilla -26 de agosto- los balmacedistas fueron derrotados. Más de ocho mil bajas, entre muertos y heridos, fue el saldo de estos dos sangrientos enfrentamientos. El 31 de agosto de 1891 la capital fue ocupada por los sublevados, mientras el mandatario se asilaba en la Legación Argentina. El 19 de septiembre, un día después de terminado su mandato constitucional, Balmaceda se suicidó en esa embajada. Su muerte puso fin al régimen presidencialista en Chile y al primer gobierno nacionalista en la historia contemporánea de América Latina.

Fuente: www.informefracto.com – 10 de abril de 2020

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