Forjadores del pensamiento crítico latinoamericano comentado por Pedro Pablo Rodríguez

Comentario sobre la obra de Sergio Guerra Vilaboy y Germán Rodas Chaves

Fuente: CUBARTE
23 de noviembre de 2011
EL PENSAMIENTO CRÍTICO LATINOAMERICANO
Por Pedro Pablo Rodríguez

Que los movimientos populares y los gobiernos que favorecen sus intereses en Latinoamérica tienden a marcar el paso hoy en la izquierda mundial, o al menos en el enfrentamiento al neoliberalismo, es idea que se viene repitiendo. Tal viraje hacia nuestra región de las acciones y grupos contestatarios al capitalismo no es fenómeno absolutamente inédito aunque a veces se olvida: ya en los decenios de los 60 y de los 70 del pasado siglo América Latina —acompañada del fin del colonialismo en  África y de la liberación nacional en parte de Asia— sobrepasaba con creces al Viejo Continente en cuanto a la crítica práctica y teórica de aquel sistema, a pesar del alcance del movimiento de 1968 por buena parte de Europa. Ese olvido, seguramente ha formado parte de  la reconstrucción de las hegemonías burguesas en nuestra  América tras lo que se ha llamado la restauración de la democracia luego del fin de las sangrientas dictaduras militares: la lucha armada a la que una generación entregó sus vidas y su futuro, las gigantescas movilizaciones de masas  por la liberación nacional y el socialismo, así como el tremendo y aportador debate teórico acerca de la revolución, sus vías, sus fundamentos, y su carácter, han sido sistemática y pertinazmente desconocidos, ocultados y desvirtuados.

Semejantes procedimientos no son nuevos: el pensamiento y las luchas sociales de los últimos decenios del siglo XIX y los primeros del XX  también los sufrieron, al punto de que ni siquiera la historiografía continental ha podido fijar con exactitud  muchos de sus actos ni de sus protagonistas y hoy aquellos suelen aparecérsenos, cuando más como una confusa masa en que se entremezclan y confunden reformistas, anarquistas, anarcosindicalistas, socialistas de muy diverso tipo y comunistas, todos objetados por idealistas, en el mejor de los casos, o francamente deslegitimados como aventureros, locos y cuasi criminales contra el orden y la estabilidad sociales. Y en  ocasiones ni siquiera se les aplica el calificativo de revolucionarios, por más que ese término se entienda de carácter negativo.

Lo peor es que tanto los movimientos revolucionarios como sus dirigentes han sido descalificados desde la propia izquierda, la cual suele valerse de las diferencias ideológicas y de los encontronazos entre esos grupos para continuar tomando partido a favor de las contradicciones que los enfrentaron en su tiempo.

La historiografía de propósitos revolucionarios tiene ante sí la obligación de estudiar a  fondo esas corrientes que pugnaron en las luchas sociales nacionales y continentales, y contribuir mediante el conocimiento de sus actos y de sus ideas a que lo que se ha dado en llamar el socialismo del siglo XXI se reconozca en sus fuentes autóctonas y aprenda de sus variados antecesores.

Un paso hacia tal camino lo constituye  un libro que se acaba de presentar por estos días en La Habana titulado Forjadores del pensamiento crítico latinoamericano, y cuyo subtítulo aclara más su contenido: Biografías de luchadores y pensadores revolucionarios de América Latina y el Caribe. Siglos XIX y XX y cronología histórica (1850-1939). Fruto de una colaboración entre dos historiadores, Sergio Guerra Vilaboy, profesor de la Universidad de La Habana y miembro de la Academia de la Historia de Cuba, y Germán Rodas Chaves, profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito e integrante de la Academia Nacional de Historia de Ecuador, la obra contó con la participación de un grupo de profesores del Departamento de Historia del alto centro habanero: Vilma Díaz Cabrera, María Victoria Echenique Cordero, Katiuska García Alonso, Eurídice González Navarrete y René Villaboy Zaldívar.

Varias generaciones se reúnen en este esfuerzo de inicio signado por el acopio informativo en la gran mayoría de los treinta y siete biografiados. A primera vista, quizás el lector avisado se diga el conocido refrán: No son todos los que están ni están todos los que son. Los editores, Guerra Vilaboy y Rodas Chaves, así lo reconocen desde la “Introducción” en la que declaran que su pretensión no ha sido ser exhaustivos ni tampoco desean ofrecer un amplio relato biográfico, sino solamente brindar una “muestra representativa de las diversas posiciones y alternativas de las luchas revolucionarias en nuestro continente” durante el período marcado en el subtítulo.

Por tanto, no nos hallamos ante una obra que cubre su tema totalmente ni de elevadas pretensiones académicas: es más bien un primer acercamiento que no elude su obvio alcance popularizador y que, desde luego, puede y debe ser continuado por el mismo grupo realizador y otro que se sientan estimulados. Ese carácter divulgador lleva a que las personalidades más conocidas (digamos que Recabarren, Ingenieros, Zapata, Mariátegui, Sandino, Prestes, Mella) sean tratadas con un marcado sentido sintetizador, mientras que otras, sin embargo, estoy seguro que resultarán francamente novedosas para buena parte de los lectores continentales, aunque en algunos casos quizás sean más manejadas en sus países respectivos.

Toda selección es difícil y siempre deja insatisfecho a los que saben de algunos puntos particulares de lo compilado. Respecto a Forjadores del pensamiento crítico latinoamericano comprendo que era imposible dejar fuera a los más estudiados, justamente por su reconocido carácter de forjadores. Claro que aun en tales casos, no se trata de figuras parejamente conocidas en todos los países latinoamericanos ni por las amplias mayorías populares. Pero, a mi juicio, lo más importante, y también más dificultoso, era incluir a aquellos acerca de los que escasean los análisis e informaciones, como los comunistas Obdulio Barthe, de Paraguay, y Juan Pablo Wainwright, de Honduras; los socialistas Manuel Agustín Aguirre, de Ecuador  y Tristán Marof, de Bolivia; y Marcus Garvey, el organizador de los negros de Estados Unidos y el  Caribe.

Los autores han unido a la información biográfica una breve valoración de sus escritos y de sus ideas esenciales, inclusive en aquellos casos en que se trata de dirigentes políticos sin una destacada obra publicada. Ello está bien puesto que el pensamiento crítico no es expresión solamente de lo que se plasma en textos sino también de las experiencias prácticas de las luchas sociales. A manera de ejemplo, recordemos que el lema zapatista de “Tierra y libertad” no solo se gritó durante la Revolución Mexicana sino que fue importante factor movilizador de los movimientos agraristas y de quienes comprendieron la significación del rescate de la tierra para los campesinos al proponerse  la pelea contra el imperialismo, las oligarquías y hasta por el socialismo.

La otra premisa notable de la selección es su amplitud ideológica: anarquistas, anarco sindicalistas, socialistas, comunistas, antimperialistas, pensadores de temas sociales y patrióticos, se reúnen para ofrecer una panorámica de quienes se enfrentaron críticamente al capitalismo desde diferentes ideologías en la lucha por el desarrollo propio y la justicia social de nuestra América. Los autores no han querido inclinarse hacia corriente alguna, ni siquiera mostrar sus debilidades  teóricas o analíticas y los errores del accionar político de algunas de esas personalidades, en más de un caso con enfrentamientos personales entre sí o de sus organizaciones políticas respectivas.  Se ha sido inclusivo y se ha querido, conscientemente, escapar de cualquier sectarismo en la selección de los biografiados. Ello es, indudablemente, punto de partida válido e imprescindible para cualquier acercamiento a estos asuntos: el tiempo transcurrido, las experiencias acumuladas y las necesidades de las luchas sociales del presente obligan al análisis mesurado, que no responda a las circunstancias y a las condicionantes ideológicas que a veces enfrentaron a esas personalidades, y a la asunción crítica de ese pasado  vivido por sus protagonistas con una conciencia negativa hacia el capitalismo, la dominación imperialista y a favor de la justicia social.

Es verdad que este libro no pretende efectuar tales análisis: su pretensión ya vimos que es más modesta. Pero es evidente la voluntad de sus autores de rescatar a cuanta personalidad continental resulte aportadora para los objetivos revolucionarios de hoy, que no pueden repetir sectarismos, exclusiones ni patronazgos.

Dieciocho países están representados a través de sus personalidades. Los que faltan, obviamente, no están porque no se encontró información requerida. Estoy seguro de que a lo largo del continente los lectores ampliarán la relación y mejorarán las informaciones acerca de los que aparecen. Me atrevo a asegurar que ello está en los cálculos de los autores, quienes seguramente recibirán satisfechos cualquier sugerencia.

Una observación para lo que casi siempre se olvida en los libros: la cronología y la bibliografía.  La primera es un esfuerzo destacado por reunir el prontuario de las luchas sociales, antimperialistas, liberadoras, por la revolución en el continente. Sabemos que hay esfuerzos de las historiografías nacionales y algunos casos de mayor alcance regional. Pero este tipo de trabajo ordenador que se convierte en un auxiliar muy valioso parta cualquier estudioso se va construyendo con sucesivos aportes, en primer lugar desde luego, de las propias investigaciones de los historiadores. Quizás hubiera sido conveniente incluir las cronologías de las que se ha partido, algo que siempre ayuda.

En cuanto a la bibliografía, referida a las personalidades, está claro que recoge aquella que estuvo al alcance de los autores, cubanos en su mayoría y sometidos a las dificultades para adquirir libros extranjeros que el país atraviesa.

Un último detalle positivo. La incorporación de las imágenes de los biografiados que nos los hace reales y nos permite identificarlos, y que supongo que en muchos de los casos significó una verdadera proeza el hallarlas.

Se desprende, pues, mi criterio favorable a la continuación de este empeño, que podría ampliar los biografiados y mejorar las informaciones en todos lo sentidos, y, sobre todo, someter la labor a una seria revisión y unificación editorial que obviamente ahora no ha tenido.

Mis agradecimientos a los autores de Forjadores del pensamiento crítico latinoamericano por esta contribución, como ellos dicen, a “recuperar la memoria histórica y las raíces de quienes, en diversos países de Nuestra América, fueron fundadores de una izquierda heterogénea”.

La Habana, 21 de noviembre de 2011

http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/20699/20699.html

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