Desafíos de la integración
Juan José Paz y Miño
La II Cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) realizada en Cuba y su Declaración final (28-29/enero/2014) reviste una importancia histórica para América Latina.
Asistieron a la reunión 29 jefes de Estado y de Gobierno, entre quienes estuvieron los presidentes/as de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Suriname, Uruguay, Venezuela e incluso la nueva presidenta electa de Chile.
Ha sido, por tanto, la mayor legitimación continental para Cuba y un bofetón a la política exterior de los EE.UU. sobre la isla. Además, el más importante paso en la integración de una Latinoamérica (incluye el Caribe) sin los EE.UU. ni Canadá; es decir, un contraste total con la visión integracionista que caracterizó a la región por largo tiempo, desde la década de los sesenta. América Latina ha girado de la vieja órbita de dependencia a los EE.UU. a otra en la que brilla el sueño de Simón Bolívar (1783-1830) de ver una América unida, pero sin la presencia de los EE.UU., país al que, sin embargo, siempre admiró.
También ha sido fundamental en la Declaración el reconocimiento a una América Latina diversa y plural. Con ello se ha superado la vieja era en la cual las orientaciones ideológicas de los gobiernos servían para distinguir a unos como supuestamente democráticos y a otros (siempre los gobiernos de tendencia izquierdista) como supuestamente atentadores o sospechosos de estar contra la democracia. Al mismo tiempo ese pronunciamiento implica que la región ha dejado de subordinarse a un solo modelo de democracia, otrora incluso impuesto desde la visión de los países mundialmente hegemónicos, y reconoce los distintos caminos para construirla, como es la vía cubana, tan legítima como la de los países con gobiernos de nueva izquierda y aquellos que tienen otras orientaciones, pues se ha valorado la soberanía de cada pueblo.
La Declaración ha reconocido el carácter latinoamericano y caribeño de Puerto Rico, ha reivindicado las Malvinas argentinas y ha rechazado todo colonialismo.
CELAC-II ha sido, finalmente, la oportunidad para consolidar este “espacio de diálogo y concertación política que nos une y hace posible la aspiración de trabajar juntos por el bienestar de nuestros pueblos; que permite, a su vez, una mejor inserción y la proyección de nuestra región en el ámbito internacional”.
Fuente: El Telégrafo Ecuador, lunes 03 de febrero de 2013
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