
Por Sergio Guerra Vilaboy
La última guerra de independencia de Cuba, iniciada el 24 de febrero de 1895, encontró en América Latina una situación bien distinta a la de la Guerra de los Diez Años (1868-1878). El panorama latinoamericano se había modificado en relación al de un cuarto de siglo atrás, lo que explica la indiferencia de la inmensa mayoría de los gobernantes del hemisferio hacia la emancipación cubana. En casi todo el continente se habían consolidado en el poder los círculos acaudalados del liberalismo positivista, como el que sustentaba a Porfirio Díaz en México, después de desplazar al sector reformista democrático que había estado más comprometido con la independencia de Cuba.
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