Por Roberto González Arana
50 años después del golpe de Estado que depuso al presidente socialista Salvador Allende, una dividida sociedad chilena se mira en el espejo del pasado.
Se cumplen 50 años del golpe militar contra el gobierno de Unidad Popular del presidente chileno Salvador Allende, hecho ocurrido el 11 de septiembre de 1973. Todavía hoy encontramos en este país a una sociedad dividida entre los que idealizan los años de la cruenta dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990) y, por el contrario, ciudadanos que año tras año se lamentan del trágico final de un gobierno derrocado a bala. Aunque autores como Ernest Renán sostenían desde fines del siglo XIX que la construcción de una nación debía basarse no exclusivamente en los recuerdos de una historia compartida sino también en el olvido de hechos violentos (citado por Peters, 2022), nos resulta oportuno señalar que la importancia de la memoria adquiere especial relevancia cuando se trata de conocer el pasado desde la perspectiva de las víctimas, más allá del relato oficial. Según el Ministerio de Justicia, durante la dictadura hubo 40.179 víctimas entre asesinados, desaparecidos, presos políticos y torturados, tal como establecieron dos comisiones de la verdad.
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