Por Sergio Guerra Vilaboy
El guatemalteco Manuel Galich López (1913-1984) ya era muy conocido cuando se estableció en Cuba en 1962, después de obtener el Premio Casa de las Américas el año anterior con su obra de teatro El Pescado Indigesto. Se había dado a conocer como dramaturgo desde fines de los años treinta con piezas como Papa Natas, el Canciller Cadejo o Entre cuatro Paredes, en las que se valía de una fina ironía y el juego de palabras. Desde su exilio en la Argentina sus piezas de teatro afinaron su filo político, ganando en lo satírico y en la denuncia social, a la vez que incorporaba innovaciones conceptuales, formales y temáticas. Combinando la tragedia y la comedia, creó admirables diálogos y situaciones de marcada proyección antimperialista y revolucionaria como puede apreciarse en El tren amarillo, drama del Caribe en tres actos (1955), Prohibido para menores (1956), La trata o El campanólogo (1959), El último cargo (1964), Mr. Tenor y yo (1975) y Teatrinos (1979).
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