Lucho Vitale en la historiografía de Chile

Por Sergio Guerra Vilaboy

A fines del año pasado, compartiendo con algunos profesores en la Universidad de Los Lagos en Chile, me preguntaron si había conocido a Luis Vitale (1927-2010), destacado historiador y político nacido en Villa Maza, Argentina. La primera que vez que me tropecé con su nombre fue leyendo la revista cubana Pensamiento Crítico donde se reproducía un polémico artículo suyo titulado “América Latina, ¿feudal o capitalista?” (1966), dedicado al tema de los modos de producción. Después revisé los tres primeros tomos de su novedoso libro Interpretación Marxista de la Historia de Chile –en total editó ocho volúmenes entre 1967 y 2000-, obra que utilice cuando con Alberto Prieto y Omar Díaz de Arce elaborábamos un texto para Casa de las Américas sobre la historia de los países surandinos publicado en 1977.

Luis Vitale Cometa se inició en 1951 como profesor de Historia y Geografía en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). Radicado en Chile desde 1955, fue uno de los fundadores una década después del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Su producción intelectual y su actividad política estuvieron siempre marcadas por su impronta trotskista –que determinaron su alejamiento del MIR-, adquirida en su país natal en el Partido Obrero Revolucionario (1952-1954). Al igual que sus coterráneos Jorge Abelardo Ramos y Adolfo Gilly, también trotskistas, que hicieron una exitosa carrera profesional en Argentina y México. respectivamente, Vitale impulso en su patria de adopción una historiografía revisionista que viró al revés la historia oficial.

Desde 1967 fue profesor en varias universidades chilenas, hasta que, tras el derrocamiento de Salvador Allende, fue encarcelado en campos de concentración. Refugiado en Alemania desde 1974, perteneció a diversas secciones de la IV Internacional y fue docente en la Universidad Goethe de Frankfurt. A fines de esa década se trasladó a Venezuela, donde dio clases en la Universidad Central de Venezuela (1978-1985), mientras militaba en el Topo Obrero. A esa etapa corresponden obras como La formación social latinoamericana (1979); Historia del movimiento indígena de Chile (1980); Historia y sociología de la mujer latinoamericana (1981) y Estado y estructura de clases en la Venezuela contemporánea (1983).

Nos hicimos muy amigos desde que nos encontramos en Caracas, a mediados de 1983. Al año siguiente lo recibí en la Universidad de La Habana, donde compartió con profesores y estudiantes. Poco después me envió los voluminosos tomos de su Historia General de América Latina, editados por la Universidad Central de Venezuela (1984). En su carta del 5 de septiembre de ese año me escribió: “He pensado en ti para el Post-facio de los tomos que estimes conveniente, ya sea de siglo XIX o XX. Por lo tanto, te hago un pedido formal para que hagas las críticas de esos tomos y complementes lo que digo sobre Cuba, y demás está decir sobre todo lo que tú quieras señalar más allá de Cuba. Porque como verás, esta es no solo una Historia General sino también Comparada, buscando las especificidades de cada país”.

Unos años después repitió su visita a Cuba, donde fue atendido personalmente por el entonces director del Instituto de Historia de Cuba, Jorge Enrique Mendoza. Sus vivencias y reflexiones de esta estancia de trabajo aparecen en su libro De Martí a Chiapas, balance de un siglo, editado en Chile en 1995, país al que había retornado dos años antes, tras ejercer la docencia en Colombia (1986) y Argentina (1987-1989).

Los últimos veinte años de su vida los pasó en Chile, donde continuó su intensa actividad política y profesional. Entre sus más de sesenta obras publicadas también destacan Historia de la deuda externa latinoamericana y entretelones del endeudamiento argentino (1986); De Bolívar al Che. La larga marcha por la Unidad y la Identidad Latinoamericana, así como Contribución al Bicentenario de la Revolución por la Independencia de Venezuela (ambas del 2002). Recibió muchos reconocimientos, como los premios Bicentenario del Libertador Simón Bolívar y el de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), y fue Profesor Emérito de la Universidad de Groningen (Holanda). Lucho Vitale murió el 27 de julio de 2010 y sus cenizas fueron esparcidas en la antigua mina de carbón de Lota, como homenaje a su participación en las luchas del combativo movimiento obrero chileno.

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