Atisbos desde «El Refugio». Otto Morales Benítez

Congreso Internacional de Historiadores

Otto Morales Benítez . Atisbos desde «El Refugio»

Mayo de 2010, Santa Marta, Colombia

En Santa Marta, en la Quinta de San Pedro Alejandrino, del 25 de mayo al 29, se reunió el IX Congreso Internacional de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, ADHILAC, que fundara hace años el Maestro y Filósofo Mexicano Leopoldo Zea. Su Presidente actual es el cubano Sergio Guerra Villaboy, conocido en Colombia por su libro en el cual relata acciones populares y se detiene en las sociedades democráticas de 1850, que se editó por la Universidad Central de Bogotá. Es un estudio de amplísimo contenido en relación con Colombia y las luchas populares. El Director Ejecutivo es el profesor de ciencias sociales de la Universidad del Magdalena – sorprendente por su variedad de carreras, su admirable biblioteca, sus prodigiosos edificios – el académico Jorge Elías Caro.


Se deseaba hacer un análisis de la Independencia en Indoamérica y el Caribe. Los trabajos se referían a sus interrelaciones en esa época entre los luchadores por la libertad. Se destacó a la vez, los desconocimientos mutuos; las diferencias y modalidades.

Se me ofreció el honor de instalar el Congreso. De mi estudio, tomo algunas tesis para ésta columna. Allí sostuve:

Hay dos fuerzas culturales que se interponen para entender los fenómenos de nuestro continente. Son las tesis del occidentalismo o eurocentrismo y el hispanismo. Son dos posiciones que se atraviesan a nuestros investigadores y dejan que predominen sus reglas intelectuales. Hay que decirlo con claridad: ellas han torcido las creencias autónomas y doblegado el ímpetu de las luchas del pueblo. Se ha difundido la idea de que los euocentristas – o mejor, la cultura de occidente – son los únicos modelos de la humanidad. Que lo que no se ajuste a sus cánones, no tiene vigencia en el universo. Ya lo dijimos antes que lo de la región no se ajustaba a esos principios. Desde luego, la colonialidad implicaba la occidentalizaciòn.


A la vez, el hispanismo – que prevaleció muchos años en nuestra Colombia – exigía que los habitantes fueran blancos, unidos viceralmente al catolicismo, lejanos de la herejía que se confundía ésta con la libertad.
La reacción contra la primera posición – la occidentalizaciòn – comienza a rectificarse.
Carrera Damas – Enciclopedia de la Unesco – dice con claridad crítica:


“La historia general de América Latina promovida por la Unesco, debe ayudar a recuperar la visión criolla, esencialmente eurocèntrica, de la historia de América Latina, y, por lo mismo, contribuir a actualizar los criterios nacionales y nacionalistas que han regido y rigen la historiográfica correspondiente…el logro de éstos objetivos exige una revisión de modo de relación de dichas sociedades con la “historia universal”, con las sociedades aborígenes, con la población Ariana trasladada América…”Ello implica: 1) restablecer la identidad histórica de las sociedades indígenas; 2) lograr que quienes se acerquen a nuestra historia, la piensen positivamente; 3) que no se le señale negativamente frente a las sociedades que comparten su territorio; que nuestros nacionalismos se juzguen sin los prejuicios occidentalistas y sin los límites historiográficos; 5) que cuando se vinculen a la conciencia histórica, que se examinen sin relegar la “conciencia social y política”.


Pero volvamos a la occidentalizaciòn y a la hispanidad. El primer aspecto, es que Europa Occidental buscó “convertirse en centro del moderno sistema – mundo”; “en todo caso, la elaboración del eurocentrismo como perspectiva hegemónica de conocimiento, de la versión eurocéntrica de la modernidad y sus dos principales mitos fundamentales: uno, la idea – imagen de la historia de la civilización humana como una parte de estado de naturaleza culmina en Europa. Y dos, otorgar sentido a las diferencias entre Europa y no – Europa como diferencias de naturaleza (racial) y no de historia de poder”, como lo ha escrito Aníbal Quijano. El mismo sostiene que una pequeña minoría blanca – que dominó los estados independientes y las sociedades coloniales – no tenían ningún interés en los indios, negros y mestizos”.


Regresemos, también, a la comprensión de los alcances del Hispanismo:

“La corriente del Hispanismo comenzó por definirse como un régimen nò espiritual, el cual no iba a recurrir a la acción material, entiéndase esto como las acciones imperialistas que las demás potencias europeas y los Estados Unidos estaban llevando a cabo en todo el mundo; situación que se presentaba, no solo por la gran “espiritualidad” que pudieran poseer los españoles para con los americanos, sino porque militarmente estaban muy por debajo de sus vecinos europeos y era impensable una acción colonialista española en algún país africano y, mucho menos, en América, donde Estados Unidos ya era el gran dominador”.
Fabio Alejandro Carlos Pinzón señala que

“El tiempo del general Franco en 1939 se podía decir que fue la coronación política de este hispanismo… A la trilogía de valores promulgada por la Revolución Francesa – libertad, igualdad, fraternidad – los hispanistas opusieron tres – servicio, jerarquía, hermandad.

 

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