Para un amigo sincero
Parafraseando uno de sus más famosos versos, la exposición dedicada a Martí que se presentó en seis ciudades de Argentina: Junín, Santa Fe, Río Cuarto, Córdoba, Santa Rosa y Buenos Aires contó con la participación de 19 artistas de la plástica cubana y 20 obras ( se expusieron dos obras de uno de los artistas).
La muestra formó parte de la Jornada Martiana ante el bicentenario de las independencias hispanoamericanas, que recorrió el país entre el 2 y el 29 de junio.
Cada artista plasmó su manera de ver y sentir a Martí, algunos lo hicieron a partir de su retrato y otros de una manera más simbólica: con una carga al machete, o una bandera cubana en la que la sangre derramada por los libertadores y por el propio Martí se esparce desde el triángulo hacia toda la bandera, o a través de las rosas blancas a las que dedicó sus versos.
La curaduría tuvo en cuenta una amplia diversidad de técnicas pictóricas: dibujo, acuarela, óleos y acrílicos sobre lienzo o cartulina, pastel graso sobre papel, carboncillo, colagrafías, técnicas mixtas y fotocollage.
Las mayoría de las obras fueron concebidas por los artistas para la exposición de Argentina; solamente 5 obras datan de años anteriores.
Entre los artistas que participaron en la muestra está un premio nacional de artes plásticas, el pintor Pedro Pablo Oliva, su maestro Águedo Alonso y discípulos de ambos.
Se encuentra además una representación de destacados artistas de las primeras graduaciones de la Escuela Nacional de Arte después del triunfo de la Revolución Cubana y egresados de las academias de artes plásticas de las provincias de Pinar del Río, Holguín y La Habana en años posteriores.
Se juntan para rendir homenaje a nuestro maestro y a Argentina, tres generaciones de artistas de la plástica cubana.
PALABRAS DEL CATÁLOGO: PARA UN HOMBRE SINCERO
Hay personas que sintetizan momentos, épocas, sueños y realidades. Tal es el caso de José Martí para los cubanos.
Nacido en La Habana el 28 de enero de 1853 y muerto en combate frente a las tropas españolas el 19 de mayo de 1895, la impronta de este hombre de tan corta vida ha quedado en la conciencia insular con tal fuerza que constituye uno de los símbolos de la nación.
Escritor en prosa y en verso renovador de la lengua y del estilo; pensador hondo sobre las realidades de su país, de Hispanoamérica y del mundo; Martí fue además el líder de la última fase del proceso liberador cubano contra el colonialismo.
Sus propósitos, sustentados en una ética de servicio humanista y en su voluntad de echar su suerte con los pobres de la tierra, otearon el más profundo horizonte emancipador: “Desatar a América y desuncir al hombre” fue la magna tarea que se planteó.
Por eso las generaciones cubanas que le han sucedido le han convertido en paradigma nacional y de eticidad. Ser martiano no es simplemente ser estudioso o seguidor de Martí, sino una manera de afrontar la vida con dignidad y con decoro.
Un grupo de artistas de edades y posturas estéticas muy diferentes ofrecen sus singulares y variadas apreciaciones del hombre a quien sus contemporáneos llamaron Maestro y Apóstol, como se le sigue nombrando.
Comparten todos, sin embargo, la misma pasión amorosa y creadora ante aquel artista de la palabra y de la acción, cuyo ejemplo estimula a la noble y perenne búsqueda humana de superación y perfeccionamiento.
NOTA: ADHILAC agradece a la curadora Noemi Díaz Vilches por habernos autorizado a publicar este material. Carolina Crisorio
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