CELAC. La concreción de un sueño pospuesto

Entrevista a Sergio Guerra Vilaboy

 

A propósito de la próxima cumbre de la CELAC, Granma ofrecerá a sus lectores una serie de entrevistas a expertos en los temas de América Latina y el Caribe, para ayudarnos a comprender las raíces y los desafíos de los actuales procesos de integración regional

Dalia González Delgado

Los próximos 28 y 29 de enero no serán fechas corrientes en el calendario de América Latina y el Caribe, sino otro paso en la solidificación de un sueño integracionista que se pospuso durante 200 años. Para el Doctor Sergio Guerra Vilaboy, historiador, investigador y Profesor Titular, la idea de la unidad latinoamericana, que había alcanzado con la lucha emancipadora contra España su punto culminante y se diluyó tras la muerte de Simón Bolívar, ha reverdecido ahora con más fuerza que nunca. Nuestro entrevistado, con una amplia obra publicada, es además jefe del Departamento de Historia de la Universidad de La Habana y presidente de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC).

Sergio Guerra Vilaboy.

—¿Cómo se pueden explicar desde la historia los procesos de integración que están ocurriendo actualmente en América Latina y el Caribe?

—En el 2015 se cumplen 200 años de que Bolívar escribiera la Carta de Jamaica, probablemente de los textos más tempranos donde se alude dentro de la historia de América Latina a la unidad, de lo que entonces Bolívar llamaba América Meridional. En realidad la primera personalidad latinoamericana que acarició el ideal de la unión fue Francisco de Miranda, tam-bién un venezolano, precursor de la lucha por la independencia. A fines del siglo XVIII concibió no solo la emancipación de las colonias españolas sino que vislumbró la posibilidad de agruparlas, que el proceso emancipador no condujera a una disipación de las colonias, sino a la agrupación en una sola nación, e incluso inventó un nombre para esa nación: Colombia. Ahí está el nacimiento de la idea que hoy tenemos de la unidad latinoamericana. Ahí están los padres fundadores.

«Venezuela fue de cierto modo donde se concibió ese proyecto, y 200 años después, otro venezolano, Hugo Chávez, es quien recupera la idea con una fuerza como nunca antes había tenido en la historia. Ni Miranda ni Bolívar eran excepciones, sino que en la lucha por la independencia de España a principios del siglo XIX, la idea de la unión de las antiguas colonias españolas era compartida por las principales figuras de la lucha emancipadora».

—Pero esa unidad no se concretó…

—La idea de la integración, que había alcanzado con la lucha emancipadora su punto culminante, fue perdiendo fuerza después de la muerte de Bolívar. Desde entonces solo tuvo algunos momentos en que por de-terminadas razones fue recuperada. Por ejemplo, a lo largo del siglo XIX, cuando los países latinoamericanos sufrían una agresión externa, como la guerra de Estados Unidos contra México en 1847 o las aventuras de William Walker por Centroamérica. Cuando alguno de esos acontecimientos tenía lugar, reverdecía la idea de la integración, se hablaba de recuperar el legado de Bolívar, en forma yo diría defensiva.

«Después, a finales del siglo XIX, cuando Estados Unidos comienza a convertirse en una gran potencia imperialista, y utilizan como parte de su política exterior expansionista la idea de la unidad Panamericana, a la que José Martí se opuso y desnudó desde fechas muy tempranas, ese intento de recuperar la idea bolivariana de la integración se fue desvaneciendo todavía más. ¿Quiénes lo mantuvieron? Los intelectuales, las fuerzas de izquierda, que desde fines del siglo XIX y hasta años relativamente recientes, consiguieron mantener en el imaginario la idea de la unión».

«Algunos gobernantes en determinados momentos la propiciaron, pero fueron como chispazos a lo largo del siglo XX. Es conocida la frase de Juan Domingo Perón, de que el siglo XXI nos encontrará unidos o dominados. Él trató de crear una organización precursora de lo que hoy es el Mercosur, con Brasil y Chile, pero no prosperó. Después de la Segunda Guerra Mundial hubo intentos, muchos auspiciados por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), con ideas desarrollistas, de agrupar países latinoamericanos a través de tratados comerciales.

«Ahora la idea ha crecido, y la prueba son las diferentes organizaciones que están tratando de impulsar la integración regional: CARICOM, MERCOSUR, UNASUR, ALBA. Pero sin dudas el punto culminante de todas estas organizaciones y el de mayor desafío es la CELAC, porque es la primera vez que una organización agrupa a todos los países al sur del Río Bravo, incluyendo a los del Caribe».

—¿Por qué ha fructificado ahora una idea que en 200 años no fue posible?

—Nunca como ahora ha cobrado tanta fuerza la idea de la unidad, solo es comparable con los tiempos de Bolívar. Para mí la clave de este éxito está en los gobiernos de izquierda en América Latina, el cambio de época del que ha hablado el presidente de Ecuador, Rafael Correa.

«Pero no solo esos gobiernos. Esos han sido el impulso, sobre todo Chávez y lo que ha significado la Revolución Bolivariana para este cambio en la correlación de fuerzas en América Latina. A eso se sumaron los nuevos gobiernos progresistas que llegaron al poder; eso fue un segundo impulso.

«Por otro lado, la realidad actual es distinta. Se acaba de demostrar en estos días con los acontecimientos en Panamá, cómo un gobierno enfrentado a una antigua metrópoli, a una potencia europea como es España por el problema de la construcción del Canal, requiere del apoyo de los demás países de América Latina, y qué mejor escenario para encontrar ese respaldo que en la CELAC. ¿Dónde lo va a encontrar, en las Cumbres Iberoamericanas? No, si su conflicto precisamente es con una nación europea. O sea, que hasta los propios gobiernos de derecha encuentran una razón, en este mundo que cada día se va haciendo más multipolar, para pertenecer a esa alianza. Una alianza que reconoce la necesidad de respetar las distintas opiniones».

—A su juicio, ¿cuáles son los principales retos que tiene la CELAC?

—Los mismos retos que tienen los gobiernos progresistas en América Latina. Su sostenimiento depende de que mantengan y se-pan articular el apoyo y la movilización del pueblo, lo mismo que necesita la unidad latinoamericana. Estos procesos se simbolizan en figuras, como Rafael Correa, Evo Morales, Nicolás Maduro, Daniel Ortega; pero tienen que trascender las personalidades, y que también la integración tenga una amplia base popular, y eso lleva su tiempo.

—¿Cree que estos procesos de integración regional son irreversibles?

—Nada es irreversible en la vida, pero nada tampoco vuelve al mismo punto. Los cambios que están teniendo lugar indican que este es un camino que ya va a ser difícil que tenga un retroceso.

Fuente: Ganma 21 de enero de 2014

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