Entrevista a Felipe Pigna por Mónica López Ocón
En su último libro, «La voz del gran jefe», el historiador devela los mitos y los ocultamientos de los que fue víctima la biografía del gran prócer argentino por parte de quienes forjaron la versión liberal de la historia argentina.
Felipe Pigna – Revela las preocupaciones políticas de José de San Martín y destaca la oposición que debió soportar de sus grandes enemigos, Rivadavia y Alvear.
José de San Martín es uno de los hombres más nombrados y más homenajeados de nuestro país y a la vez, paradójicamente, uno de los menos conocidos en toda su dimensión», afirma Felipe Pigna en la introducción de La voz del gran jefe, su último libro. A lo largo de más de 500 páginas se dedica a demostrar cómo la mejor forma de esconder lo que molesta es mostrarlo de otra forma. Fue así como un hombre con inquietudes políticas, preocupado por la educación, la salud pública y la economía de su Patria se convirtió en la estatua ecuestre de un militar sin otro interés más que el Ejército.
–En La voz del gran jefe afirmás que la figura de San Martín fue cristalizada por la historia oficial en una sola faceta, la militar. ¿Qué fue lo que se suprimió y cómo fue ese proceso de transformación?
–Cuando empezaron a escribir la historia los liberales, Mitre, Vicente Fidel López, se encontraron con un gran problema que era que dentro del panteón liberal de próceres que ellos planteaban había una incompatibilidad absoluta entre San Martín y los dos adalides del liberalismo nacional que eran Alvear y Rivadavia, sus dos más grandes enemigos. El primer problema que era cómo contar la historia minimizando los problemas políticos que tuvo San Martín con estos dos personajes que eran sus enemigos mortales. Y cuando decimos mortales lo decimos con propiedad porque lo quisieron matar. Como cuento y documento en el libro hubo un intento de asesinato por parte de Alvear en 1815 y otro por parte de Rivadavia cuando San Martín quiere bajar a Mendoza a ver a su mujer y López lo alerta de que hay tropas preparadas para asesinarlo. Por eso, para que pudiera convivir en el panteón en calidad de héroe hubo que recortar todo lo que tenía que ver con el San Martín más polémico para ellos que era el San Martín político, preocupado por la industria nacional, por la educación, por la salud pública. El momento crítico de este proceso se da en el primer Centenario cuando es necesario contarle al mundo una historia y es preciso tomar decisiones respecto de cómo convertir a San Martín en un prócer estrictamente militar y dejarle todo lo que es política y pensamiento a los héroes liberales clásicos. Entonces aparecen con mucha fuerza Rivadavia, Sarmiento y obviamente Mitre. San Martín va quedando así relegado a su aspecto militar, que es brillante, pero que no lo representa en su totalidad.
Ilustraciones: arriba y a la izquierda retratos de José de San Martín
–Esa imagen de San Martín termina por consolidar en el 30 con el golpe de Uriburu.
–Sí, en ese momento el recorte llega al paroxismo y San Martín es tomado como modelo por Uriburu y por toda la casta cívico militar que toma el poder en el 30. Algo muy curioso porque San Martín era enemigo de la intervención militar en la vida política por fuera de las instituciones. Esto lo expresa claramente en el Código de Honor del Ejército de los Andes cuando dice que la Patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes, oponiéndose a la represión interna y a todas esas cuestiones que van a ser patentes en el golpe del 30. Por eso la gente se sorprende al leer mi libro porque lo muestro como alguien muy activo políticamente.
–No sólo en ese plano, sino también en el de la música, la pintura, la jardinería.
–Es un humanista que también se interesa en la historia, en la filosofía. Era muy lector y pintaba muy bien marinas y escenas navales. Esto tiene que ver con una estancia en Marsella donde toma cursos de pintura y el paisaje marsellés por excelencia era la costa, los barcos. Luego va a estar un año embarcado por lo que va a tener la experiencia de la guerra naval que lo va a marcar. También aprende guitarra de concierto. La jardinería la practica primero en Mendoza y luego muy fuertemente cuando está en Francia. En 1830 compra una casa de campo en Grand Bourg, donde se especializa en especies raras. En Evry había un jardín de plantas exóticas dónde él iba a comprar. Las estudiaba mucho y les enseñaba botánica a sus nietas y también algo de apicultura. Para cada cosa que hacía tenía uno, dos o muchos libros.
–También hacía muebles.
–Le gustaba mucho la ebanistería, los muebles de estilo. Los más recordados son los que hizo para la habitación de sus nietas y mueblecitos para las muñecas. Esto pertenece a la etapa de su retiro, cuando está enloquecido con sus nietas y tiene una relación muy tierna con ellas. Les enseña también el buen trato a los animales. En fin, todo lo que está en las Máximas que son la expresión de alguien con un criterio muy humanista. La otra cuestión interesante es su práctica de la homeopatía. Es probablemente uno de los primeros que practica la homeopatía en la Argentina. Esa disciplina médica era bastante reciente y cuando él viene de Europa trae consigo un botiquín homeopático porque tenía muchos dolores y problemas físicos. Como tenía una balanza y todo un equipo homeopático, que se conserva en el Museo de Mendoza, se preparaba sus propios remedios. Viendo el desgaste de los frascos es posible darse cuenta de cuáles eran sus males más frecuentes. Tenía artrosis reumatoidea, una úlcera perforada, asma. Imaginate cómo operó todo esto en el cruce de los Andes.
–Tal fue la apropiación de la figura de San Martín por los militares que sé que en la película de Torre Nilson interpretada por Alfredo Alcón suprimieron las escenas en que vomitaba sangre.
–Exactamente. Era la época de Onganía y en el Sanmartiniano habían designado a una especie de veedor que establecía cuál escena iba y cuál no. En un momento en que filmar era carísimo porque se usaba celuloide, el tipo cortaba a cada momento la filmación. Entonces, hartos, Torre Nilson y su equipo deciden someter la película al arbitraje de Onganía. Pasaron la película en el microcine de Olivos y cuando se encendieron las luces luego de la proyección, Onganía dictamina que San Martín no vomitaba. Esto me lo contó Alfredo Alcón con dolor porque él siempre había tenido una gran admiración por San Martín y le dolió mucho tener que hacer una versión de él tan acartonada. Igual le encantó hacerlo, pero hubiera querido un prócer más suelto, como él lo imaginaba.
–Me sorprendió el dato de que a los 15 años ya tenía mando de tropa.
–Sí, a los 11 años ingresa a la milicia en el regimiento de Murcia, a los 13 está combatiendo como cadete en el norte de África. A los 14 ingresa voluntariamente al cuerpo de granaderos, una tarea muy riesgosa porque significaba manipular explosivos. Como la hace con muy buen criterio, a los 15 lo ascienden y se convierte en un oficial que tiene a su cargo tipos de 40 y 50 años.
Izquierda: Carlos María de Alvear
–Vos citás en tu libro dos versiones sobre su origen: una que dice que era hijo de una indígena y que, por lo tanto, era mestizo, y otra que le atribuye su paternidad a Diego de Alvear.
–Ahora las versiones se han combinado. Hugo Chumbita plantea que su mestizaje tendría que ver con que era hijo de Diego de Alvear, padre de Carlos María que era su enemigo absoluto y Rosa Guarú, una india guaraní que fue quien lo crió, una nodriza. Según Chumbita era su madre y Diego de Alvear se lo habría dado en crianza a la familia San Martín para que lo adoptara como hijo legítimo. Es una hipótesis que no se puede confirmar sin un ADN, pero circula mucho y creo que es una tontería no mencionarla sin que eso signifique avalarla. La posibilidad de que fuera mestizo es algo que enloquece a los conservadores argentinos que siguen repitiendo una mentira original: que era noble y que estudió en el Seminario de Nobles de Madrid, lo cual no es cierto. No era noble y nunca pisó ese Seminario, lo que se estableció documentalmente en 1933. En 2015 siguen queriendo ennoblecerlo en el peor sentido del término.
–¿Cuáles eran sus ideas políticas?
–Era una persona que pensaba fundamentalmente en la independencia, la liberación y la constitución que es un poco lo que aparece en los lemas de la Logia Lautaro. Pensaba que sin una Constitución tampoco hay una independencia verdadera. Por eso la Asamblea del año XIII es constituyente y tiene dos objetivos que son la proclamación de la independencia y redacción de una Constitución. La Asamblea no cumple con ninguna de estas dos cosas. Por un lado porque Alvear se está vinculando cada vez más con los sectores afines a los ingleses e Inglaterra desaconseja, por su alianza con España en la lucha contra Francia, que estas colonias se independicen. Por eso nosotros vamos a tener que esperar a la caída de Napoleón para independizarnos. Como les pasa a muchos países americanos, recién podemos concretar la independencia después del 15. Si bien Inglaterra tenía buen diálogo con los revolucionarios y buenos negocios con los españoles tenia que parecer neutral, no podía aparecer apoyando la independencia. Por eso, las colonias interesadas en mantener una buena relación con Inglatera tenían que esperar que esta diera el visto bueno. Ahí aparece un primer conflicto y San Martín es desplazado de Buenos Aires y enviado a una misión muy difícil que es remplazar a Belgrano en el Ejército del Norte que había sido derrotado en Vilcapugio y Ayohuma. Es interesante señalar que esas dos derrotas son operaciones políticas del poder porteño, en realidad, del Triunvirato rivadaviano. Lo mandan a perder a Bolivia cuando Belgrano había aconsejado quedarse en la retaguardia en la defensa porque no tenía fuerza para avanzar. Como Belgrano era un tipo peligroso políticamente, el poder político de Buenos Aires entiende que esa derrota lo va a sacar del medio como efectivamente ocurre. San Martín se da cuenta de esta maniobra política, por lo que insiste en no detenerlo ni sancionarlo porque entiende que la culpa no la tiene Belgrano. Por eso luego acuerdan cómo reorganizar el Ejército del Norte, para lo que San Martín se instala durante un mes y medio con él en Tucumán. La leyenda de que se vieron una sola vez en Yatasto es mentira. San Martín ya lo admiraba antes de conocerlo personalmente, intercambiaron cartas y luego pasaron un mes y medio de convivencia que es cuando San Martín funda en Tucumán La ciudadela que se podría decir que es la primera academia militar argentina, donde él mismo da clases de Historia. Pienso en lo lindo que hubiera sido asistir a ellas. Como entiende que en Buenos Aires lo querían lejos, deja Tucumán para ir a Mendoza y comenzar a armar el cruce de los Andes, no sólo por la proximidad de la cordillera, sino porque era la provincia mejor organizada del país. Era la única en la que se sabía quién vivía en cada manzana, cuánto ganaba, lo cual era perfecto para él. Por eso, como venía estudiando todo eso, en Mendoza hace un gobierno tan eficiente, moderno y progresista porque tiene todos los datos y arma un sistema impositivo en que tienen que pagar más los que más tienen. Es el autor de la primera ley proteccionista de un producto argentino como es la Ley del vino. La ley es rechazada por los porteños liberales que dicen que la Ley significaba cerrarse al mundo, algo que seguirán diciendo por los siglos de los siglos.
–¿Cómo llegó a instituírselo como «el padre de la Patria»?
–Cuando se lo cristalizó en su aspecto militar, decir que era el padre de la Patria significaba decir por carácter transitivo que esta Patria es una Patria parida por el Ejército Argentino. No se le asigna la paternidad por sus virtudes políticas ni por su lucha contra los enemigos del país, sino en tanto es el más grande militar de la Argentina. Me quedó algo en el tintero respecto de Alvear. A tal punto llega el enfrentamiento que siendo San Martín gobernador de Cuyo y Alvear Director Surpremo, primero se produce el intento de asesinato y luego le manda un reemplazante para destituirlo. Le sale mal porque el pueblo mendocino rechaza al reemplazante y ratifica popularmente a San Martín. Finalmente, cuando marcha al exilio, aparece un libelo que publico en el libro completo por primera vez. Es la primera parte de la biografía de José de San Martín en la que Alvear habla en primera persona como si fuera él, autoinculpándose de crímenes y robos que nunca cometió. Sabemos que era de Alvear por la confesión de Tomás de Iriarte que era su secretario que dice que lo vio escribir y publicar ese libro. Por supuesto Alvear no quería que se supiera que él era el autor.
–¿Por qué no se publicó nunca antes completo esto?
–Porque Alvear es uno de los niños mimados del liberalismo argentino y esto lo denuncia de una manera tremenda, como su traición a la Patria que detallo en el libro. Cuando lo echan de aquí va a Brasil y lleva todos nuestros secretos militares al embajador español: dónde están las fábricas de pólvora, dónde están los espías, cuánto ejército tenemos hasta el último soldado…Este es Carlos María de Alvear, un personaje que sigue siendo idolatrado por el poder económico de la Argentina, un personaje blindado por estos sectores.
–Esa función de ocultamiento hoy está en mano de los medios hegemónicos.
–Sí, y eso también pasaba en ese momento. En el libro hablo de las campañas periodísticas contra San Martín de diarios como El Centinela, que, sencillamente, lo mataban. »
Fuente: Tiempo Argentino. 12 de Febrero de 2015. www.tiempo.infonews.com
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