Sergio Guerra Vilaboy
La reciente derrota del presidente Sebastián Piñera, que ha sido obligado por el congreso a entregar anticipadamente a la población chilena el 10% de los recursos de los Administradores de Fondos de Pensiones (AFP), creados durante la dictadura de Pinochet, es resultado de una profunda crisis nacional, agravada por los efectos de la Covid 19. La inestabilidad del país austral nos recuerda la de los años treinta, cuando surgió allí el primer gobierno socialista en la historia de América Latina.
Chile fue uno de los países del continente más golpeados por la gran depresión económica de 1929, al caer en forma brusca sus exportaciones en un 85%. Las ventas del salitre, principal renglón productivo desde la Guerra del Pacífico (1879-1883), que en 1929 habían sido de 3 millones 200 mil toneladas, tres años después eran sólo de 400 mil. Los artículos esenciales desaparecieron y fue necesario utilizar las reservas del país para poder importar.
La terrible situación despertó un extendido movimiento opositor contra el régimen del general Carlos Ibáñez, establecido en 1927 con el apoyo de la banca norteamericana, que había endeudado el país, quien debió dimitir el 26 de julio de 1931. A pesar de la distracción electoral urdida por el gobierno que le sucedió, un mes después estalló una huelga general convocada por la Federación Obrera de Chile (FOCH), a lo que se sumó la imprevista insurrección de la marina de guerra.
El 1 de septiembre de 1931 la escuadra chilena se sublevó en Coquimbo, Talcahuano y Valparaíso. Reprimida con crudeza por efectivos gubernamentales, los marinos tuvieron que capitular. No obstante, durante los primeros meses de 1932 siguieron las huelgas obreras, los motines y conspiraciones militares, así como las tomas de tierras por los hambreados campesinos y mapuches.
A mediados de ese año cobró fuerza un singular complot militar, apoyado por las emergentes agrupaciones socialistas, encabezado por el nuevo jefe de la aviación coronel Marmaduke Grove, encaminado a recuperar la economía y mejorar la dramática situación de los trabajadores. Enterado del movimiento en su contra, el gobierno de Juan Esteban Montero destituyó a Grove el 3 de junio de 1932, lo que precipitó la toma del poder por los conspiradores. Al día siguiente se constituyó una junta que estableció la denominada República Socialista con el objetivo declarado de “Alimentar al pueblo, vestir al pueblo, domiciliar al pueblo”.
De inmediato, se prohibieron los desahucios y fueron devueltos a sus dueños los objetos empeñados en la Caja de Crédito Popular, así como requisados alimentos para ser repartidos por el ejército entre los más desamparados. Se implantó un impuesto a las grandes fortunas, fueron expropiados los depósitos en moneda extranjera y oro, creados dos nuevos ministerios (Trabajo y Salubridad Pública), repuestos los maestros cesanteados por causas políticas, disuelto el congreso nacional y promulgada una amplia amnistía.
Para acabar con la República Socialista, que ya perfilaba un área estatal en la economía y el control del comercio, la reacción interna, encabezada por el vetusto Partido Conservador, abogó abiertamente por la intervención de Estados Unidos. Al ataque de la derecha, se sumó el del influyente Partido Comunista, que desconoció al gobierno socialista, llamando a la formación de soviets, tal como ocurrió en Cuba durante el Gobierno Revolucionario de 1933.
En la noche del 16 de junio de 1932, tras una gran concentración obrera en Santiago en apoyo a la República Socialista, se produjo el contragolpe encabezado por Carlos Dávila. Grove y otros líderes fueron apresados en La Moneda, cuando dirigían una alocución radial al pueblo, y enviados como prisioneros a la isla de Pascua. Santiago quedó bajo la ley marcial y el toque de queda, mientras se establecía una rígida censura de prensa y eran derogadas las libertades sindicales y políticas. Pero el primer gobierno socialista de Chile, que sólo duró doce días, dejó como secuela la fundación del Partido Socialista, el mismo que integrado a la Unidad Popular llevaría a Salvador Allende a la presidencia en 1970, hace ahora justamente medio siglo.
Fuente: www.informefracto.com –
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