Congreso Internacional de Humanismo y Cultura. Universidad Autónoma de Chapingo. 21, 22 y 23 de noviembre de 2012

Primera Circular

Universidad Autónoma de Guerrero – Universidad Autónoma Metropolitana I – Universidad Autónoma de Guanajuato – Academia de Historia Regional de Texcoco –  Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe

Convocan

A Investigadores, Académicos, Docentes, Artistas e Interesados en general a participar en el Congreso Internacional de Humanismo y Cultura a desarrollarse en la Universidad Autónoma Chapingo los días  11, 12 y 13 de octubre de 2012 en las siguientes mesas de trabajo:

Del devenir al futuro (historia)

Esta mesa concentrará ponencias de estudios históricos de manera general, pero además crónicas y relatos de nuestra vida cotidiana; un parte puede ser sobre el futuro desde una perspectiva literaria y analítica, sobre las tecnologías y los cambios estructurales.

 

Del ser y la conciencia (desarrollo humano)

Reunirá estudios sobre las relaciones humanas y la convivencia, aspectos de sexualidad, comunicación, particularmente entre los jóvenes como nuestros estudiantes.

 

Un tropo a la uña (literatura y lenguaje)

Estudios literarios y de lingüística, todas las temáticas sobre el lenguaje en sus ámbitos de estudio: desde los fonéticos hasta los metalingüísticos.

 

Del ser y el conocimiento (educación)

Reúne trabajos sobre la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza y la mente; como temas fundamentales de la filosofía.

 

De la contemplación al arte (estética)

Se presentarán trabajos sobre estética y manifestaciones artísticas como la danza, la música, la plástica o el cine; desde su interpretación o estudios comparativos.

Podrán participar investigadores, académicos, docentes y artistas con una ponencia de hasta diez cuartillas con un resumen que debe ser leído en 10 minutos (tres cuartillas).

 

Los resúmenes de las ponencias deben ser enviadas antes del 14 de septiembre del 2012 a los correos:

zurita@correo.chapingo.mx

marcoanaya_uach@yahoo.com

 

Las ponencias completas de recibirán hasta el 28 de septiembre del 2012.

 

El costo de la inscripción será de $ 1 500.00 (mil quinientos pesos mexicanos).

Habrá descuentos y becas para artistas y ponentes de instituciones públicas.

 

IISEHMER

Programa de humanidades

Quién iba a imaginar que un simple hecho de observación vendría a configurar la historia de la humanidad. En efecto, cuando los seres humanos descubrieron de manera accidental el poder maravilloso de una semilla para transformarse en una planta que les proveía de alimento sin más exigencia que dotarla de agua, institucionalizan el quehacer agrícola (del latín colere) y con ello, dan lugar a una nueva forma de ser y de estar en el mundo: la vida social, es decir, la vida cultural (de cultum derivado de colere). Esta nueva forma de vivir, enraizada en el seno de la sociedad, hizo posible que los individuos, unidos por vínculos de tolerancia y cooperación, determinaran cómo habrían de vivir y cuáles serían los medios más adecuados para llevar a cabo tal fin.

 

De esta manera, los fines de la vida, y los medios necesarios para salvaguardar la existencia, vinieron a formar ese complejo bagaje intelectual y moral que hoy llamamos cultura, y que expresa en todo su esplendor, el pensar y el obrar de los seres humanos.

 

En términos generales, podemos definir la cultura como el conjunto de conocimientos, creencias, hábitos, costumbres y valores que constituyen y distinguen una determinada forma de vida, es decir, una forma de ser  y de estar en el mundo, y si bien, fue hasta el siglo XIX cuando el concepto cobra importancia como objeto de reflexión por parte de las ciencias sociales, no podemos dejar de señalar que la cultura ha sido compañera inseparable de la humanidad a través del tiempo y del espacio.

 

El estado natural en el que la humanidad se encontraba en sus orígenes, sólo fue superado en el momento en que los individuos, percatándose de la hostilidad que representaba la naturaleza, se dieron a la tarea de hacerle frente y así, con astucia e ingenio, pero sobre todo con inteligencia, utilizaron los  medios que la naturaleza misma les ofrecía y los volvieron contra ella: la madera, la piedra y el metal se volvieron armas destructoras, con trabajo y esfuerzo arrancaron sus frutos a la tierra, sometieron a las bestias y burlaron las inclemencias del tiempo con grandes construcciones.

 

Una vez sometida y controlada la fuerza de la naturaleza, abrieron el camino para iniciar una nueva forma de vida, era la vida social, por ella los individuos decidieron introducir un principio de orden y de organización que les permitiera vivir con seguridad y generar las condiciones para expresar sus ideas, sus temores y deseos. En otras palabras, libres de la preocupación frente a los peligros naturales, los seres humanos se dieron a la tarea de expresar aquello que sus facultades racionales, sensibles y emotivas les despertaban. Así pues, la cultura vino a ser la expresión tangible de la actividad creadora que distingue y da identidad a la raza humana.

 

Esta actividad creadora ha permanecido y va dejando huella al paso del tiempo. Es decir, la cultura deja su impronta en los individuos mediante el conjunto de conocimientos, experiencias, valores, costumbres y tradiciones que heredan y consolidan de generación en generación, y que forman el bagaje cultural (lengua, arte, religión, moral, derecho, ciencia, etc.) de la civilización humana. Así pues, la historia de la cultura es inseparable de la historia de la humanidad.

 

Sin embargo, la humanidad no es una masa uniforme de individuos, el gen de la creatividad está innovando, constantemente, ideas que vienen a desembocar en una multiplicidad de manifestaciones y formas de vida que asumen los individuos y que dan lugar a la diversidad cultural, es decir, a diferentes modos de ser y de estar en el mundo. Este hecho nos revela que si bien, existe un hilo conductor que identifica a todos los seres humanos, también es cierto que están marcados por grandes diferencias en cuanto a la forma de percibirse a sí mismos y de interpretar el mundo que les rodea, lo cual explica las diferentes subjetividades y colectividades que han surgido a lo largo de la historia humana.

 

La riqueza cultural consiste precisamente en esto, en la multiplicidad de formas de expresión de la racionalidad y de la emotividad humana que comparten un determinado número de individuos, y que dejan su huella indeleble a través del tiempo, dando lugar a modelos o estereotipos culturales conformados por el idioma, los alimentos, las obras artesanales, el nivel de desarrollo científico y artístico, los principios religiosos, así como los valores asumidos. Esta diversidad de concepciones e interpretaciones de los seres humanos con respecto a su ser y a su estar en el mundo, es ejemplo de la creatividad humana que se desborda en la multiplicidad cultural, la cual, no sólo enriquece a la humanidad, sino además, la embellece.

 

Este fenómeno de la multiculturalidad sería un problema para la humanidad si no existiese en los seres humanos la inclinación natural para interesarse por lo desconocido, de tal manera que la curiosidad, a la vez que la necesidad de relacionarse, los lleva a escudriñar lo que son los otros y a comprender su forma de vida desde su particular comprensión de la realidad. Este acercamiento interesado dispone a los individuos para hacer partícipes a los demás de su propia cultura, de tal manera que la interculturalidad viene a ser el principio rector de la disposición humana frente al conocimiento, comprensión y aceptación de los otros, quienes siendo diferentes en su forma de vivir, son partícipes de la condición humana. Así pues, la interculturalidad viene a ser, en principio, el reconocimiento en los demás de su derecho a ser diferentes y a ejercer libremente sus capacidades intelectuales, emocionales y morales para  determinar su específico modo de existir.

 

Es precisamente el reconocimiento de los otros como semejantes y el interés por convivir y compartir con ellos las diferentes cosmovisiones o formas de ser y de estar, lo que da origen al humanismo, definido en términos generales como el principio filosófico que reconoce a los seres humanos como sujetos libres e iguales entre sí, con los mismos derechos y las mismas facultades.

 

 

Este principio humanista debe configurar todo encuentro intercultural, pues supone, en principio el reconocimiento de que las propias concepciones de sí mismo y del mundo, no pueden presentarse como una verdad absoluta o presentarla de manera dogmática como la mejor. En otras palabras, ser humanista exige estar abierto a las diferentes formas de ser humano y de vivir como humano, formas que se expresan en la cultura que caracteriza la vida individual y social de las personas.

 

Particularmente en nuestros días, vivimos una crisis cultural y humana, pues las fobias, en sus diferentes variantes, han surgido como una maldición que pretende arrojar a los individuos a un constante estado de guerra de todos contra todos, mientras las sociedades se lanzan a otra de exterminio étnico.

 

Hoy, en aras de un supuesto orden mundial, se controlan las instituciones sociales a partir de la actividad económica y se condicionan o mutilan las expresiones culturales que definen la identidad de los individuos y de las  sociedades. Observamos que, en nombre del progreso económico y tecnológico, se manipula el diálogo con los otros y se les niega el reconocimiento de su derecho de autodeterminación respecto a cómo quieren vivir y además, se termina por justificar el exterminio étnico y de las razas o de los grupos minoritarios, no necesariamente mediante su desaparición física, sino mediante el olvido y la indiferencia ante las dramáticas condiciones de vida que padecen.
Si de algo es culpable la humanidad hoy en día, es precisamente de haber olvidado su dimensión humana y la importancia de su estar en el mundo como fuente creadora de riqueza cultural. Esto se debe a que ha hecho una inversión de valores, ha transferido a lo material y a lo económico los valores que solo corresponden a la naturaleza humana: la dignidad, el respeto y la felicidad.

 

Cabe preguntar si no vamos en sentido contrario hacia nuevas formas de barbarie, institucionalizadas y aseguradas por un sistema impersonal como lo es el sistema económico, cabe preguntar si la humanidad en su conjunto está aún a tiempo de revertir sus efectos destructores. Cabe preguntar, al igual que lo hicieron los ilustrados franceses del siglo XVIII, si hay un camino hacia mejor, es decir un camino hacia el progreso intelectual y moral, hacia un estado de paz perpetua como lo soñara Kant al exigir que las personas debían ser consideradas como fines en sí mismas y no como medios para los intereses egoístas de los demás.

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