Despedida a Salvador Morales Pérez, historiador cubano residente en México

salvadorMoralesubv12«…si uno no es capaz de transformar las estructuras pero no es capaz de transformar la mentalidad de un pueblo, pues la revolución quedaría incompleta…»

Salvador Morales Pérez en UBV presenta foro con el escritor Cubano Salvador Morales.

Fuente: www.ubv.edu.ve

El historiador cubano Salvador Morales Pérez falleció en la mañana del sábado 10 de noviembre en su residencia en la ciudad mexicana de Morelia. El también  profesor y periodista había nacido en La Habana el 9 de diciembre de 1939. Y se graduó en 1968 en la  Escuela de Historia de la Universidad de La Habana en 1968, en la cual se doctoróen 1999.Fue investigador en el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de Cuba, del cual fue secretario científico y vicedirector (1963-1972). Dirigió la Sala Martí y el Anuario Martiano de la Biblioteca Nacional de Cuba (1972-1978). Impartió la cátedra de Historia de la Cultura Cubana en el Instituto Superior de Arte durante catorce años, de 1978 a1992.

En México fue investigador del Centro de Investigación Científica Ing. Jorge L. Tamayo y profesor-investigador titular C de tiempo completo en la maestría y el doctorado del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en Morelia.

Fue profesor invitado en universidades y centros científicos y culturales en Cuba, México, Venezuela, República Dominicana, Italia, Sierra Leona, Ecuador, Chile y Argentina.

Fue un gran impulsor de las actividades académicas de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC), coeditor de la revista Nuestra Historia y  vocal de su ejecutivo internacional, de la que promovió varios de sus eventos tanto en Cuba como en otros países..

Miembro del Consejo Consultivo del Acervo Histórico Diplomático Genaro Estrada, de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.

Ha publicado más de dos centenares de artículos en revistas y periódicos de Cuba, México, Venezuela, España, República Dominicana, Argentina, Puerto Rico, Panamá, Hungría, y en la ex Unión Soviética.

Entre sus trabajos se destacan los siguientes libros:

Conquista y colonización de Cuba, Siglo XVI. (La Habana,1984).

Ideología y luchas revolucionarias de José Martí. (La Habana,1984).

Martí en Venezuela, Bolívar en Martí. (Caracas, 1985, La Habana,1985)

Máximo Gómez, el Libertador de Cuba. (Santo Domingo,1989).

José Martí: político y poeta. (Valencia, Venezuela,1992).

La Primera Conferencia Internacional Americana. Las raíces del modelo hegemonista de integración. (México, 1994).

Entre el oro y la plata. La cuestión monetaria y el proyecto panamericano de integración. (México, 1995).- La diplomacia mexicana y conflictos chilenos en 1891. (México, 1996)

Espacios en disputa. México y la independencia de Cuba. (1895-1898). (México, SREM, 1998)

Diplomacias en conflicto. Cuba y España en el horizonte latinoamericano del 98. (México, 1999).

Dictadura, exilio e insurrección. Cuba en la perspectiva mexicana. 1952-1958. (México, SREM, 2000).

Relaciones interferidas: México y el Caribe, 1813-1982 (México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 2003).

José Martí: vida, tiempos e ideas, (Morelia, México, 2004)

Encuentros en la historia: Cuba y Venezuela, (Venezuela- México, 2005).

Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista, (Santo Domingo, Archivo General de la Nación, 2008).

Cuba en rebeldía: del Moncada a Girón. Historia y memorias,(Morelia, México 2009).

Venezuela y Bolívar en José Martí. (Casa de Nuestra América José Martí, Caracas, 2011).

 

HOMENAJE DE JORGE NUÑEZ

Ha muerto un gran historiador y un gran luchador por las causas de nuestra América. Por eso, este duelo es de todos nosotros

Foto: Jorge Nuñez (izquierda), Salvador Morales (centro) y Arturo Roig (derecha)

Salvador Morales fue uno de los investigadores más acuciosos y brillantes de América Latina. Toda cuestión importante de nuestra Patria Grande le motivaba. A donde iba estaba siempre en trance de silencioso magisterio, mediante sus conferencias y ponencias, o en trance investigativo, buscando documentos o bibliografía para sus innumerables proyectos. Hace unos pocos meses estuvo en Ecuador, invitado por el Instituto de Altos Estudios Nacionales, y aquí sustentó una brillante conferencia titulada «Idea de la política y de su praxis revolucionaria en José Martí.»

Pero antes de venir nos pidió quedarse unos días más en Quito, pues deseaba ir al Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y otros repositorios documentales, para buscar información sobre «Ecuador y la independencia de Cuba» y «Las relaciones exteriores del Ecuador con el régimen de Trujillo» Y en efecto se quedó, bajo el alero de la Universidad Andina Simón Bolívar, y logró recoger una buena cantidad de materiales.

Su última estancia en Quito ocurrió poco después de que falleciera en Mendoza el notable filósofo y entrañable amigo común Arturo Andrés Roig, lo que motivó a Salvador a escribir un acucioso recuerdo sobre este pensador argentino y su aporte a la Historia de las Ideas Latinoamericanas, que tituló «Adiós, admirado y querido maestro: Semblanza de Arturo Andrés Roig» y presentó como una conferencia en la Academia Nacional de Historia, del Ecuador, ante un selecto auditorio.

Recto en sus juicios, agudo en sus análisis, insobornable en sus principios y en su cubanía esencial, era al mismo tiempo un hombre generoso, digno y de buen humor, aunque las tristezas de la vida fueran dando a sus palabras cierto dejo de nostalgia y desamparo, que a veces se le escapaba a su pesar. Él sabía que ese era el precio que tenía que pagar todo emigrado, todo desarraigado de su sol y suelo, aunque en su caso el alejamiento estuviera motivado en causas afectivas y no en rupturas ideológicas con su amado país.

También andaba, ¿quién que piense no anda así?, fastidiado con la mercantilización y el farandulerismo de la cultura contemporánea, donde la creación y la investigación habían perdido importancia frente a la avalancha del espectáculo. Así, comentando sobre la pobre crítica cultural de nuestros tiempos, me decía en una de sus cartas:

 

«Esa realidad se extiende por todos los tejidos y arterias de nuestra pobre cultura contemporánea, infectada por el mercantilismo ramplón y el predominio del espectáculo. Yo también recuerdo que, en mi más lejana juventud, acudíamos a enterarnos de la crítica literaria y cinematográfica con los agudos comentarios de Mirtha Aguirre, José Antonio Portuondo, Mario Rodríguez Alemán, para solo mencionar los que me vienen a la mente de sopetón. Había muchos más. Y se debatía con altura. Sin embargo, hoy en día -para hablar del callo que más nos duele en la cercanía- podemos pasarnos años trabajando en archivos y bibliotecas para conocer más a fondo nuestra historia, en el arduo proceso de reescribirla a la altura de los tiempos que vivimos, y ni un ligero comentario de los grandes medios. Pobres tiempos hemos visto.»

 

Ante su muerte, los recuerdos me abruman. Van y vienen como vientos y traen memorias del tiempo que nos tocó vivir. Recuerdo la hora en que lo conocí, durante el Cuarto Encuentro de Historiadores Latinoamericanos y Caribeños, que él organizó y se celebró en Bayamo, en el oriente de Cuba, en julio de 1983, en ocasión del Bicentenario del Nacimiento del Libertador. Recuerdo su magnífica ponencia sobre historiografía latinoamericana en el Quinto Encuentro de la ADHILAC, en Sao Paulo, en 1990. Recuerdo su notable participación en el Primer Encuentro de Investigación Científica España–América Latina, en Quito, en 1989, en donde tuvimos ocasión de hablar largamente sobre el destino de nuestros pueblos. Y recuerdo, en fin, entre tantos otros encuentros, su presencia en el Sexto Encuentro de la ADHILAC, en una bella hacienda–hotel de Querétaro, México, en 1994, cuando él fue electo miembro del Secretariado Ejecutivo de  nuestra organización.

En los últimos tiempos, por la frecuente correspondencia que manteníamos, supe que andaba trabajando un libro sobre el tema de «La Enmienda Platt» y otros sobre “Avatares de un exilio: Rómulo Gallegos en Cuba y en México”, «La frontera de Cuba y Estados Unidos» y «La base naval de Guantánamo». Y teníamos planes para publicar en Quito, en coedición con la Universidad Michoacana, un  trabajo suyo sobre «Ecuador y la lucha cubana por la independencia», que yo prologaría.  Me temo que muchas cosas de esas se quedaron a medio hacer, porque no alcanzaron a salir enteras de su formidable cerebro hacia su computadora, ahora silenciosa. Cosas que pasan, bromas crueles del destino.

Ahora Salvador se ha ido, a su pesar, de este espacio en que vivía tan intensa y positivamente. Su pobre y triste corazón andaba cojeando hace tiempo y solo avanzaba gracias a la ayuda de un marcapasos, aunque el espíritu animoso de su dueño lo disimulaba bastante bien. Parece que también el ayudante se cansó y juntos se sentaron a descansar de tanto trajín, de tanto amor, de tanto sueño. Y antes de bajar a cobijarse con la tierra mexicana, que veía como parte de su Patria Grande, Salvador quizá alcanzó a recitar con Amado Nervo: «Amé. Fui amado, El sol acarició mi faz./ Viva, nada me debes, Vida, estamos en paz.»

Jorge Núñez Sánchez

Ver también del mismo autor

Vejaciones: una vieja historia (Ver)

Adiós, admirado y querido maestro. Semblanza de Arturo Andrés Roig (Ver)

La herencia de José Julián (Ver)

 

 

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